LO QUE DICE LA IGLESIA CON RESPECTO A LOS HECHOS de MEDJUGORJE - italiano - Una declaración actualizada del obispo Ratko Peric - WORD

En los sigloss XX y XXI, después del concilio Vaticano II, Pablo VI en primer lugar y Juan- Pablo II a continuación, precisaron por sus numerosas enseñanzas, el lugar de la Virgen María en el culto cristiano, así como el sentido de la piedad marial. Antes de abordar los hechos de Medjugorje, conviene resumir estas enseñanzas.

 

I - El lugar de la Virgen María en el culto cristiano: 

El concilio Vaticano II (1) hace hincapié en primer lugar en el hecho de que se honra a la Virgen María como "verdadera Madre de Dios y del Redentor". Pero inmediatamente, añade: aunque "su don de gracia tan eximia, antecede, con mucho, a todas las criaturas celestiales y terrenas (...) al mismo tiempo está unida en la estirpe de Adán a todos los hombres que necesitan ser salvados." La humilde "sierva" del Muy Alto lo dice en su "Magnificat": "proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador". Vaticano II destaca a continuación que en la cruz, la madre de Dios coopera "por su caridad al nacimiento en la Iglesia de los fieles que son miembros de su Jefe". Parece importante destacar que la caridad de María pertenece al fundamento de su maternidad sobre la Iglesia. La caridad, en efecto, es participación a la vida divina. Es en el creyente una gracia que finaliza la libertad humana en una plenitud ultima. Según la fe católica, la Virgen María ejerce una maternidad, deseada por el propio Cristo, una maternidad que "perdura sin cesar en la economía de la gracia". Con respecto a las enseñanzas de Vaticano II, destacamos aún dos puntos que se pueden presentar de la siguiente forma:

a) El papel materno de María con respecto a los hombres "nada quita ni agrega a la dignidad y eficacia de Cristo, único Mediador". Manifiesta al contrario su virtud. 

b) El amor materno de la Virgen "cuida de los hermanos de su Hijo que peregrinan y se debaten entre peligros y angustias y luchan contra el pecado hasta que sean llevados a la patria feliz."

Tal solicitud reviste la forma de una "auxilio" que el último concilio caracteriza brevemente declarando que la Virgen María, madre de Dios y madre de los hombres, "brilla ante el pueblo de Dios peregrinante, como signo de esperanza segura y de consuelo." En efecto, por una parte, es para la Iglesia un modelo "en el orden de la fe, de la caridad y de la perfecta unión con Cristo". Es decir que la Iglesia comtempla en la Virgen María la actitud que Cristo espera de su Esposa. Y, por otra parte, esta madre incomparable "es la imagen y principio de la Iglesia que ha de ser consumada en el futuro". 

Aclarando las enseñanzas del último concilio ecuménico, Pablo VI y Juan-Pablo II hicieron hincapié en el aspecto trinitario, cristológico y eclesial del culto de la Virgen María. Este aspecto es esencial para la verdadera piedad marial. Tal piedad es importante, ya que es capaz de convertirse en un "instrumento eficaz para llegar al pleno conocimiento del Hijo de Dios, hasta alcanzar la medida de la plenitud de Cristo" (2). Significativamente, Pablo VI añade: ello "contribuirá a incrementar el culto debido a Cristo mismo porque, según el perenne sentir de la Iglesia, confirmado de manera autorizada en nuestros días, se atribuye al Señor, lo que se ofrece como servicio a la Sierva; de este modo redunda en favor del Hijo lo que es debido a la Madre; y así recae igualmente sobre el Rey el honor rendido como humilde tributo a la Reina."(3) Se comprende por lo tanto por qué el culto marial, esencialmente diferente del que se rende a Cristo, conduce a Cristo. 

 

II - Principales ejercicios de piedad aprobados y recomendados por la Iglesia:

Desde siglos, el Angelus y el Rosario de la Virgen María son oraciones de alabanza de la Virgen María. El triple angelus de cada día recuerda que el tiempo es un don de Dios, concedido para hacer crecer por el efecto de la gracia y por un libre don del corazón, la comunión filial del hombre con su Creador y Padre. 

El saludo de la mañana incita el que cree a acordarse de los beneficios de la Trinidad divina, concedidos con superabundancia. Permite también ofrecer el día que comienza y librarse pacíficamente a la guía de la Providencia: "¿Qué me ocurrirá hoy, Dios mío? Lo ignoro. Todo lo que sé, es que no ocurrirá nada que de toda eternidad no hayas dispuesto por tu santa Providencia..."

A la mitad del día, cuando se manifiestan tentaciones de cansancio y desaliento, el rezo del ángelus concentra en Dios las fuerzas vivas del alma, alternando así las gracias de valor y perseverencia.

A la hora en que se perfilan las sombras de la noche, el Angelus es alabanza y gracias para el día que se acaba. Suscita el abandono que confía en una alegre esperanza. 

El Rosario es un resumen del Evangelio que nos permite comtemplar todas las escenas de la vida de María y Jesús. "Los misterios de Cristo son también, en cierto sentido, los misterios de su Madre." (4) Desgranando los misterios gozosos, luminosos, dolorosos o gloriosos, al cristiano recorre los principales acontecimientos de la Encarnación redentora. Se une al rezo de intercesión y alabanza de la Iglesia universal, rezo sostenido por el de la Virgen María. En una palabra, rezar el Rosario, es rezar con "la hija perfecta del Padre", con "la Madre virginal del Verbo encarnado", con la "Esposa inmaculada del divino Paráclito", poniendo nuestros pasos en los suyos para pertenecer enteramente a Jesucristo. 

La veneración hacia la Madre de Dios puede también expresarse por un peregrinaje en un santuario dedicado a la Virgen María. ¿No es María el modelo de los peregrinos, la que acompaña "la Iglesia en marcha" hacia la Jerusalén celestial, y cada fiel en su camino interior hacia el Padre? Más allá del peregrinaje hacia tal o cual santuario marial, se nos invita a ir hacia "el que ha de venir" (5) y, como María, a dejarnos conducir por el Espíritu Santo. En Francia, como en todo el mundo, numerosos lugares de peregrinajes mariales como la Rue du Bac, Lourdes o Fatima.... son reconocidos por la Iglesia y su frecuentación es fomentada. 

 

III Las apariciones mariales: 

Digamos una palabra sobre las apariciones mariales. Pueden constituir señales de esperanza que no se deben descuidar cuando la Iglesia opera los discernimientos necesarios. Sin embargo, tales apariciones nunca son, en realidad, "objeto de fe". Como lo explica claramente el cardenal Ratzinger, "la autoridad de las revelaciones privadas es esencialmente diversa de la única revelación pública: ésta exige nuestra fe; en efecto, en ella, a través de las palabras humanas y de la mediación de la comunidad viviente de la Iglesia, Dios mismo nos habla (...) La revelación privada es una ayuda para la fe, y se manifiesta como creíble precisamente porque remite a la única revelación pública."(6) 

El caso de Medjugorje: 

En 1999, la Asamblea de los Obispos de Lourdes me pidió, como obispo encargado de acompañar la Asociación de las Obras Mariales, que respondiera a la cuestión planteada por uno de los miembros de nuestra conferencia episcopal: "¿Existe una posición autorizada y oficial de la Iglesia para lo que se refiere a los hechos que justifican los peregrinajes a Medjugorje?" Esta nota se publicó en la "Documentación católica" del 6 de febrero de 2000. 

"Les Nouveaux Cahiers Marials" me pidieron que precisara, de nuevo, la posición de la Iglesia con respecto a los "hechos" de Medjugorje, hechos que se están aún desarrollando. No teniendo misión de emitir un juicio en nombre de la Iglesia, limitaré mis palabras a lo que dicen aquellos que tienen autoridad para operar de manera oficial los discernimientos necesarios. En este caso, se trata del obispo del lugar, de la conferencia episcopal de la antigua Yugoslavia y luego la de Bosnia - Hercegovina, finalmente de la Congregación para la Doctrina de la Fe. 

Pero de antemano, querría hacer dos observaciones y ruego al lector tenerlas en cuenta: 

a) Queda por realizar una historia objetiva, serena y detallada de los acontecimientos que se desarrollan desde 1981, a Medjugorje. Más allá de las polémicas o de los argumentos "pro domo", contribuiría eficazmente a la claridad del debate, ayudando a comprender las verdaderas razones de la actitud cautelar adoptada por la Iglesia. 

b) En un tiempo en el que reina el subjetivismo, factor de desagregación social y de graves disensiones eclesiales, conviene recordar que una obediencia humilde y flexible respecto a los que, en la Iglesia, asumen el servicio de la autoridad, es un acto de obediencia dirigido directamente a Cristo: "Quién los escucha, me escucha." Esta palabra divina, al orientar la libertad de creyente, permite a éste seguir exactamente a aquel que es "la vía, la verdad y la vida." 

Es imposible entender las intervenciones de la Iglesia sin hacer referencia a un documento importante. En 1978, en efecto, la Congregación para la Doctrina de la Fe decretó "Normas" que explican cuáles son las personas o grupos de personas que, en la Iglesia, tienen autoridad y competencia para pronunciarse en cuanto a apariciones y revelaciones privadas (7). Las "Normas" citan sucesivamente: 

- el obispo u Ordinario del lugar; 

- la conferencia episcopal a la cual pertenece el obispo interesado; 

- la Congregación para la Doctrina de la Fe, en nombre del Soberano Pontífice. 

Con exepción de estas autoridades reconocidas, entre las cuales, conviene destacarlo, hay una unidad y una complementariedad de acción, nadie, por famoso que sea, está habilitado para pronunciarse en nombre de la Iglesia. Insistimos sobre este punto. 

Examinemos ahora lo que las instancias eclesiales competentes hicieron público con respecto a los hechos de Medjugorje. 

 

1) El obispo u Ordinario del lugar: 

La primera autoridad eclesiástica mencionada en las "Normas" es el obispo del lugar, a quien "generalmente corresponde en primer lugar investigar e intervenir" (8), ya que al obispo diocesano corresponde "gobernar la Iglesia particular que le está encomendada con potestad legislativa, ejecutiva y judicial, a tenor del derecho." (9) Este Poder se ejerce en virtud del carisma episcopal - carisma doctoral, pastoral y jurídico - que se basa en la palabra de Cristo. (10) Como lo recuerda el concilio Vaticano II, tal palabra obliga seriamente a los fieles: "Enseña, pues, este sagrado Sínodo que los Obispos han sucedido por institución divina en el lugar de los Apóstoles como pastores de la Iglesia, y quien a ellos escucha, a Cristo escucha, y quien los desprecia, a Cristo desprecia y al que envió."

El discernimiento y el juicio de las apariciones y revelaciones privadas están incluidos en la misión de Gobierno cuya dimensión personal y carácter consagrado se destacó por el último concilio: "Esta potestad que personalmente poseen en nombre de Cristo, es propia, ordinaria e inmediata (...) En virtud de esta potestad, los Obispos tienen el sagrado derecho y ante Dios el deber de legislar sobre sus súbditos, de juzgarlos y de regular todo cuanto pertenece al culto y organización del apostolado". Por sus repercusiones pastorales (acompañamiento espiritual y asistencia sacramental de los "videntes", visitantes y peregrinos), tanto como por la doctrina de los "mensajes" atribuidos a la Virgen María, los hechos de apariciones públicas entran en la categoría de "cuanto pertenece al culto y organización del apostolado". (12) 

Para Medjugorje, el Ordinario del lugar es el obispo de Móstar-Duvno. Cuando las apariciones comenzaron, el 24 de junio de 1981, el obispo era Mons. Zanic, a quien sucedió el 24 de julio de 1993 su coadjutor, Mons. Peric, actual Ordinario de Medjugorje. En el justo ejercicio de su misión episcopal, los obispos de Móstar - Mons. Zanic, luego Mons. Peric - se han esforzado en hacer obra de discernimiento, afin de guiar el pueblo que se les había confiado. Mencionemos brevemente los aspectos principales de su acción episcopal. 

Debido a la prolongación de las apariciones y de las cuestiones de carácter pastoral que se planteaban, Mons. Zanic, en su calidad de Ordinaria del lugar, instituyó mediante un decreto del 11 de enero de 1982, una comisión de investigación encargada de estudiar los hechos. Esta comisión, colocada bajo su Presidencia, comprendía a dos sacerdotes seculares y dos franciscanos. Mientras que la comisión se ponía a trabajar, Mons. Zanic mantenía la Santa Sede informada del desarrollo de los acontecimientos. Lo dice él mismo en un documento importante que conviene leer atentamente. He aquí un extracto: "El obispo se esforza por informar la Santa Sede sobre todos los acontecimientos de Medjugorje." Habló dos veces con el Papa. El Papa le recomendó ser muy prudente ("¡proceder con una gran prudencia! "). El 2 de junio de 1982, el obispo fué de nuevo a Roma, y presentó un informe a la Santa Sede. Se le recomendó no apresurarse a emitir un juicio, porque el tiempo aportaría nuevas pruebas a favor y en contra." (13) 

Inmediatamente, Mons. Zanic adoptó las medidas pastorales que se imponían in situ, dando instrucciones al clero franciscano de la parroquia de Medjugorje. Estas medidas, perfectamente legítimas, eran mucho menos draconianas que aquéllas que decretaron en su tiempo, para Lurdes, Mons. Laurence, obispo de Tarbes y, para Beauraing, Mons. Charue, obispo de Namur. Consciente de la importancia de asegurar a los fieles un acompañamiento espiritual y una asistencia sacramental, Mons. Zanic, en efecto, no prohibió a los sacerdotes o a los religiosos el ir a esos lugares, ni el celebrar allí la eucaristía. 

En cambio, el obispo hizo hincapié en la necesidad de hacer cesar toda propaganda con respecto a los hechos. Pidió también a los franciscanos que sirven la parroquia y a los videntes, observar sobre estos hechos un silencio completo. En una carta oficial que envió, el 25 de marzo de 1985, al nuevo cura de la parroquia, el padre Tomislav Pervan, Mons. Zanic constató con tristeza que no se le había obedecido: "El obispado había constituido en 1982 la Comisión para investigar los acontecimientos y para estudiar con profundidad este caso. Por esta razón, el obispado se había abstenido de formular ninguna declaración oficial sobre el verdadero estado de la situación. Sin embargo, en sucesivas ocasiones y por intermedio de sus cartas, el obispado deseó y pidió que se cesara la propaganda vuelta vana debido a la desobediencia de los responsables de la pastoral de los "videntes". (14) 

El 3 de mayo de 1984, las reservas y las inquietudes de Mons. Zanic se expresan en el cuaderno de la Crónica de la parroquia de Medjugorje. "El obispo, desde el inicio, sigue los acontecimientos de Medjugorje. Aconsejó a los Franciscanos no ultrajar, con sus declaraciones, el veredicto de la Iglesia, pero hicieron lo que quisieron, yendo de una propaganda desenfrenada, declarando la existencia de milagros imaginarios, al colocar en la iglesia la estatua terriblemente fea de la "Reina de la paz", así como libros, folletos, recuerdos etc. Actualmente, la situación es muy delicada. La Iglesia no necesita falsedad, aunque ésta puede resultar atractiva y eficaz. ¿Quién no sería feliz de ver apariciones auténticas? Las divisiones en la diócesis, en la Provincia franciscana y en el mundo con respecto a las "apariciones de la Reina de la Paz", se convirtieron en factores de estancamiento". (15) 

De acuerdo con las recomendaciones de prudencia que había recibido de la Santa Sede, Mons. Zanic tomó la sabia decisión de seguir el estudio de las "apariciones". A tal efecto, en enero de 1984, amplía la comisión de investigación, agregándole nuevos miembros sacerdotes y religiosos, elegidos o propuestos por sus superiores en las distintas Facultades de teología del país, así como algunos médicos y un psicólogo-psiquiatra de la Universidad de Zagreb. (16) 

Por su parte, la conferencia episcopal de Yugoslavia era plenamente consciente de los problemas que plantearía en adelante "la cuestión de Medjugorje". El 14 de enero de 1984, el cardenal Kuharic, arzobispo de Zagreb y Presidente de la conferencia episcopal, publicaba una resolución prohibiendo a los videntes de Medjugorje producirse en público en las iglesias de su diócesis. 

Estas dificultades, y los resultados de los trabajos de la comisión ampliada, llevaron Mons. Zanic a publicar, el 30 de octubre de 1984, un largo documento intitulado: "La posizione attuale (non ufficiale) della Curia vescovile di Mostar nei confronti degli eventi di Medjugorje". Este texto de 23 páginas expone de manera detallada las oposiciones y las dificultades que Mons. Zanic había encontrado por parte de los partidarios de la autenticidad de los hechos. 

El 15 de mayo de 1986, Mons. Zanic viajó a Roma para depositar ante la Congregación para la Doctrina de la Fe el expediente de los trabajos de la comisión de investigación diocesana. El 19 de mayo, redactó, en la "Ciudad Eterna", su declaración que implicaba un juicio negativo sobre los hechos de Medjugorje. A petición del Cardenal Ratzinger, no se publicó este juicio negativo. 

 

2) La conferencia episcopal: 

La segunda instancia que tiene autoridad para estudiar los hechos de apariciones es la conferencia episcopal. Las "Normas" fijadas por la Congregación para la Doctrina de la fe lo recuerdan claramente: "Pero la conferencia episcopal regional o nacional puede verse obligada a intervenir: a) Si el Ordinario del lugar, después de haber cumplido las obligaciones que le incumben, recurre a ella para estudiar el conjunto del hecho. b) Si el hecho se refiere también a la región o la nación, pero con el consentimiento previo del Ordinaria del lugar." (17) 

El texto destaca como prealable a la intervención de la conferencia episcopal, la demanda formulada por el Ordinario del lugar, o por lo menos su consentimiento en cuanto el hecho de la aparición supera los límites de la diócesis. Fue el caso para Medjugorje. No es pues asombroso, que con el acuerdo del obispo de Móstar, la conferencia episcopal se haya interesado por la cuestión. El 29 de enero de 1987, la conferencia episcopal de Yugoslavia publicó un comunicado - firmado conjuntamente por el cardenal Franjo Kuharic, Presidente de la conferencia episcopal, y Mons. Zanic, obispo de Móstar - anunciando la institución, a nivel de dicha conferencia, de una comisión de investigación sobre los hechos de Medjugorje. Este importante comunicado indica: "En conformidad con las normas canónicas relativas al discernimiento de pretendidas apariciones y revelaciones privadas, la Comisión diocesana instituida a tal efecto por el obispo de Móstar, Ordinario del lugar, realizó una investigación sobre los acontecimientos de Medjugorje. Resultó durante la investigación que los acontecimientos en cuestión superan ampliamente los límites de la diócesis. Por ello, sobre la base de las normas anteriormente mencionadas, resultó que convenía proseguir los trabajos a nivel de la Conferencia episcopal, instituyendo a tal efecto una nueva Comisión. 

Se informó a la Congregación para la Doctrina de la Fe. Esta última eclaró que apreciaba el trabajo realizado por la Comisión diocesana bajo la responsabilidad del Ordinario del lugar y fomentó la continuación de estos trabajos en las instancias episcopales nacionales. 

La conferencia episcopal instituyó pues una Comisión con el fin de llevar a cabo el estudio de los acontecimientos de Medjugorje. A la espera de los resultados de los trabajos de la Comisión y el juicio de la Iglesia, los Pastores y los fieles deben observar la actitud de prudencia habitual en tales situaciones. Por eso no está permitido organizar peregrinajes y otras manifestaciones que serían justificados por el carácter sobrenatural asignado a los hechos de Medjugorje. La legítima devoción a la Virgen, recomendada por la Iglesia, debe ajustarse a las directivas del Magisterio y especialmente a aquellas contenidas en la Exhortación apostólica "Marialis cultus" del 2 de febrero de 1974."

Durante cinco años, en su calidad de Ordinario del lugar y de acuerdo con las "Normas", Mons. Zanic había cumplido las obligaciones que le incumbían. Como los hechos superaban los límites de la diócesis de Móstar, la Congregación para la Doctrina de la Fe aceptó que la conferencia episcopal de Yugoslavia se haga cargo del asunto. Con respecto a esto, es importante destacar de nuevo que todo se desarrolló según el procedimiento previsto por las "Normas". 

A principios del mes de febrero de 1987, el cardenal Kuharic, Presidente de la conferencia episcopal, y Mons. Zanic, obispo de Móstar, firmaron juntos una declaración pública donde se decía en particular: "no está permitido organizar peregrinajes u otras manifestaciones justificadas por el carácter sobrenatural que se atribuiría a los hechos de Medjugorje". (18) 

Después de unos cuatro años de indagaciones e investigaciones, la conferencia episcopal de Yugoslavia publicó en abril de 1991 una declaración dicha de "Zadar". He aquí esta declaración: 

"Basándose en las investigaciones hasta ahora realizadas, no puede afirmarse que se esté tratando de apariciones sobrenaturales y revelaciones. Sin embargo, las numerosas reuniones de fieles que, desde diferentes partes del mundo acuden a Medjugorje, inspirados tanto por motivos de fe como por otros varios, requieren la atención y el cuidado pastoral, primeramente del Obispo diocesano, y con él, también de los otros Obispos, para que, en Medjugorje y en todo aquello que esté relacionado con ello, sea promovida una sana devoción a la bienaventurada Virgen María, de acuerdo con la enseñanza de la Iglesia. Para este propósito, los Obispos darán directrices litúrgico-pastorales apropiadas. Asimismo, a través de su comisión, continuarán manteniéndose cercanos, e investigando todo cuanto acontece en Medjugorje."

Esto constituye el único texto oficial de la conferencia episcopal de Yugoslavia, que fue disuelta "de facto" por la división del país, un año más tarde. No se trata de un juicio negativo ("constat de non supernaturalitate"), como aquél que había enunciado individualmente Mons. Zanic, sino de la constatación de una situación, constatación seguida de recomendaciones pastorales. La comisión de la conferencia episcopal no se pronunció sobre el fondo, limitándose a decir que en el estado de las cosas - diez años después del principio de las apariciones - no había evidencia que los fenómenos fueran de carácter sobrenatural ("non constat de supernaturalitate"). Sin embargo, como los hechos de Medjugorje atraían una multitud de peregrinos, convenía acompañarlos en su devoción de piedad marial. 

La conferencia episcopal de Bosnia y Hercegovina tiene ahora el poder de pronunciarse, en nombre de la Iglesia, sobre los "hechos", ya que Medjugorje se encuentra en el territorio que depende de su autoridad. No obstante, esta conferencia no habiendo anunciado su intención de dictar una nueva sentencia, la única que sea oficial y que comprometa la autoridad de la Iglesia es la declaración de Zadar. 

Mons. Peric, el sucesor de Mons. Zanic, después de haber estudiado cuidadosamente los hechos de Medjugorje, y en el ejercicio legítimo de su misión pastoral, hizo suya la actitud de su antecesor (19) con respecto a los peregrinajes. El obispo de Móstar hizo las siguientes declaraciones: "Debido a desbordamientos, el Ordinario del lugar (pidió) de no organizar peregrinajes oficiales, ya sea a nivel de parroquias, diócesis y  más generalmente en nombre de la Iglesia... Quién actúa diversamente,  se opone directamente a las declaraciones oficiales de la Iglesia, las cuales, incluso después de catorce años de supuestas apariciones y de propaganda intensiva, siguen siendo válidas para los católicos"(20). La declaración de 1995 fue seguida por otra del 21 de julio de 1998: "Los peregrinajes oficiales o de Iglesia no se autorizan, ni las visitas "privadas" que tendrían por objeto probar que las supuestas "apariciones" y "mensajes" son auténticos." (21)

 

3) En nombre del Soberano Pontífice, la Congregación para la Doctrina de la Fe: 

Entre los dicasteros a los cuales el Soberano Pontífice delega el ejercicio de su poder supremo, el que es encargado de seguir los hechos de las apariciones es la Congregación para la Doctrina de la Fe. 

Por añadidura, la historia de la Iglesia enseña que Roma termina siempre por referirse a la autoridad y a la competencia del Ordinario del lugar. En efecto, siendo únicamente al servicio de la comunión eclesial, las dos autoridades del Soberano Pontífice y del obispo del lugar no podrían oponerse ni contradecirse, así como lo ha recordado el concilio Vaticano II: "A ellos (los obispos) se les confía plenamente el oficio pastoral, es decir, el cuidado habitual y cotidiano de sus ovejas, y no deben ser tenidos como vicarios de los Romanos Pontífices, ya que ostentan una potestad propia y son, con toda verdad, los Jefes del pueblo que gobiernan. Así, pues, su potestad no queda anulada por la potestad suprema y universal, sino que al revés queda afirmada, robustecida y defendida, puesto que el Espíritu Santo mantiene indefectiblemente la forma de gobierno que Cristo Señor estableció en su Iglesia "(22).

La historia de las apariciones mariales, sobre todo en la época moderna, muestra como, en la materia, las dos autoridades se han ejercido conjuntamente de maniera armoniosa, en vista de la edificación del pueblo de Dios. 

Con respecto a Medjugorje: La Congregación para la Doctrina de la fe no publicó ningún texto relativo a los hechos de Medjugorje. En cambio, publicó distintos textos de carácter pastoral relativos a los peregrinajes a Medjugorje. Los mencionamos brevemente: 

- El 23 de mayo de 1985, una carta va dirigida al Presidente de la conferencia episcopal italiana: "Excelencia, de varios lados, se constata y se deplora - especialmente el Ordinario competente de Móstar (Yugoslavia) - la extensa propaganda en torno a los hechos vinculados a las pretendidas apariciones de Medjugorje. Se organizaron peregrinajes y otras iniciativas, lo que no puede sino contribuir a extender la confusión entre los fieles y a perturbar el trabajo de examen delicado de los "hechos" en cuestión, a la cual la Comisión oficial se está librando. Con el fin de evitar la extensión de esta propaganda y la especulación que causa en Italia, a pesar de los dictámenes y recomendaciones de la conferencia episcopal de Yugoslavia, esta Presidencia (de la conferencia episcopal italiana) quiera bien sugerir al episcopado italiano desalientar públicamente la organización de peregrinajes al pretendido centro de apariciones, así como cualquier otra forma de publicidad, especialmente por vía escrita... " (23) 

- El 14 de febrero de 1996, una carta va dirigida a Mons. Taverdet, obispo de Langres: "No deben organizarse los peregrinajes oficiales a Medjugorje, entendido como lugar de auténticas apariciones mariales, porque estarían en contradicción con lo que afirman los obispos de la ex-Yugoslavia." (24)

- El 26 de mayo de 1998, Mons. Bertone responde a Mons. Aubry, obispo de Saint-Denis-de-La-Réunion. Después de haber recordado la declaración de Zadar, añade: "deseo sobre todo precisar que no es el uso de la Santa Sede asumir, en primera instancia, una posición propia frente a supuestos fenómenos sobrenaturales". Referiéndose a la cuestión de los peregrinajes, el secretario de la Congregación precisó: "finalmente, en lo que se refiere a los peregrinajes a Medjugorje que se desarrollan de manera privada, esta Congregación retiene sobre todo que están permitidos a condición de que no sean una autentificación de acontecimientos en curso, que requieren aún un examen por la Iglesia". 

Debido a la proliferación de los hechos de apariciones en el mundo - verdaderas o supuestas -, de las cuestiones que plantean, de sus repercusiones en el pueblo de Dios, la Congregacioón para la Doctrina de la Fe está trabajando sobre un texto más preciso. Esta misma Congregación anunció,hace un tiempo, la publicación de un importante documento relativo a "algunas líneas de orientación". He aquí la información: 

"Se registra - en el año en curso - un aumento de fenómenos extraordinarios, supuestas apariciones mariales, mensajes, estigmas, exudaciones de estatuas de la Virgen María o de Nuestro Señor Jesucristo, "milagros eucáristicos" de toda clase, que son señalados a la Congregación para la Doctrina de la Fe. Se señalan, de todas las partes del mundo, fuertes presiones ejercidas sobre la autoridad diocesana local por grupos de fieles, para inducir esta autoridad a reconocer la autenticidad de apariciones mariales, que incluso a veces se produjeron en un pasado lejano. Ocurre en algunos casos que, entre fieles que creen en estas "apariciones" y el obispo competente que no está dispuesto a concederles ningun reconocimiento, surgen tensiones persistentes y preocupantes que amenazan la unidad de la Iglesia local. La Congregación para la Doctrina de la Fe - plenamente consciente de deber dar también en esta materia delicada una respuesta pastoral adecuada a las investigaciones que, con insistencia, le llegan de distintas partes del mundo católico -, proyecta proporcionar al pueblo de Dios y a sus Pastores unas líneas de orientación a partir de nuevos criterios actualizados, afin de aclarar el sentido de las apariciones, mensajes y fenómenos extraordinarios del mismo tipo a la luz del depósito de la fe, y proponer criterios prácticos de discernimiento "(25). 

Más de veinte años después del inicio de los "hechos" de Medjugorje, la Iglesia sigue adoptando una actitud de gran prudencia. Tal actitud tiene sus razones. Es pues sabio, humilde y sobrenatural tenerla en cuenta. El deseo del signatario de estas líneas es favorecer, para lo que lo concierne, un verdadero renacimiento de la piedad marial, renacimiento que pasa por un recurso frecuente al medio habitual que la Iglesia pone a nuestra disposición y que el papa Juan-Pablo II no deja de recomendar: 

"¡O llena de gracia, hace brillar de un nuevo resplandor las estrellas, guías de nuestro camino: la fe viva,  la esperanza inebranlable y el amor sin límite! "(26)

+ Henri BRINCARD 

Obispo de Puy-en-Velay, Obispo-Acompañante de la Asociación de las Obras Mariales

 

1- Lumen Gentium §§ 53,.60,.62,.63, 68 

2- Pablo VI: "Mariales cultus" n°25 

3- Pablo VI: "Marialis cultus" n°25 

4-Juan-Pablo II, "Rosarium Virginis Mariae" n°24 

5-Ap 1, 4.

6 - "El Mensaje de Fatima", comentario teológico del cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, "La Documentation catholique", n°2230 del 16 de julio de 2000, p. 679 

7-Normas de discernimiento para las apariciones y revelaciones privadas, definidas por la Congregación para la Doctrina de la fe en 1978 

8-Normas III, 1 

9-Canon 391, §1 

10-Jn 20, 21-23 

11-Lumen gentium, 20 

12-Lumen gentium, 27 

13-Mons. Zanic, "La posizione attuale (non ufficiale) della curia vescovile di Mostar nei confronti degli eventi di Medjugorje", 30 octubre 1984

14-Mons. Zanic, carta del 25 de marzo 1985 al Padre Tomislav Pervan, franciscano de Medjugorje, intitulada "Nanoviji momenti oko dogadjaja u Medjugorjé" (las noticias más recientes de Medjugorje), traducción francesa publicada en "Ivo Sivric, la cara ocultada de Medjugorje", 1988, p 141-143. La carta recuerda los cinco documentos de instrucción, dirigidos entre el 13 de diciembre de 1981 y el 19 de julio de 1984 al clero parroquial de Medjugorje, y que permanecieron sin efecto. 

15- citado por Ivo Sivric, p. 137 

16- se publicó la lista de los miembros de esta segunda comisión ampliada en "La Documentation Catholique" del 3 de junio de 1984, p. 596 

17-Normas, III, 2.

18 - "Osservatore Romano", 14 de febrero 1987 

19-Mons. Peric, "Sede de la Sabiduría" Móstar 1995 y "Espejo de justicia" Móstar 2002 

20-Mons. Peric, "Sede de la Sabiduría" Móstar 1995 

21-Mons. Peric, "Private visits to unauthentic Apparitions", comunicado del 21 de julio 1998, Catholic information agency (KIUM, Mostar)

22-Lumen gentium, 27

23-Carta de Mons. Alberto BOVONE, secretario de la congregación para la Doctrina de la fe, a Mons. Egido Caporello, secretario de la conferencia episcopal italiana, con fecha 23 de mayo de 1985, publicada en el "Civita catolica" del 19 de octubre 1985  

24-Carta de Mons. Bertone, secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, con fecha del 14 de febrero de 1996, a Mons. Taverdet, obispo de Langres 

25-"Attivita della Santa Sede", 2001, p. 707 

26-Oración compuesta hacia los años cincuenta por tres jóvenes Lituanos desplazados en Unión Soviética