Can. 945 §1 In accordance with the approved custom of the Church, any priest who
celebrates or concelebrates a Mass may accept an offering to apply the Mass for a specific
intention.
§2 It is earnestly recommended to priests that, even if they do not receive an offering,
they celebrate Mass for the intentions of Christ's faithful, especially of those in need.
Can. 946 The faithful who make an offering so that Mass can be celebrated for their
intention, contribute to the good of the Church, and by that offering they share in the
Church's concern for the support of its ministers and its activities.
Can. 947 Even the semblance of trafficking or trading is to be entirely excluded from
Mass offerings.
Can. 948 Separate Masses must be applied for the intentions of those for whom an
individual offering, even if small, has been made and accepted.
Can. 949 One who is obliged to celebrate and apply Mass for the intentions of those who
made an offering, is bound by this obligation even if the offering received is lost through
no fault of his.
Can. 950 If a sum of money is offered for the application of Masses, but with no
indication of the number of Masses to be celebrated, their number is to be calculated on the
basis of the offering prescribed in the place where the donor resides, unless the donor's
intention must lawfully be presumed to have been otherwise.
Can. 951 §1 A priest who celebrates a number of Masses on the same day may apply each
Mass for the intention for which an offering was made, subject however to the rule that,
apart from Christmas Day, he may retain for himself the offering for only one Mass; the
others he is to transmit to purposes prescribed by the Ordinary, while allowing for some
compensation on the ground of an extrinsic title.
§2 A priest who on the same day concelebrates a second Mass may not under any title
accept an offering for that Mass.
Can. 952 §1 The provincial council or the provincial Bishops' meeting is to determine by
decree, for the whole of the province, what offering is to be made for the celebration and
application of Mass. Nonetheless, it is permitted to accept, for the application of a Mass,
an offering voluntarily made, which is greater, or even less, than that which has been
determined.
§2 Where there is no such decree, the custom existing in the diocese is to be observed.
§3 Members of religious institutes of all kinds must abide by the decree or the local
custom mentioned in §§1 and 2.
Can. 953 No one may accept more offerings for Masses to be celebrated by himself than he
can discharge within a year.
Can. 954 If in certain churches or oratories more Masses are requested than can be
celebrated there, these may be celebrated elsewhere, unless the donors have expressly
stipulated otherwise.
Can. 955 §1 One who intends to transfer to others the celebration of Masses to be
applied, is to transfer them as soon as possible to priests of his own choice, provided he
is certain that they are of proven integrity. He must transfer the entire offering received,
unless it is quite certain that an amount in excess of the diocesan offering was given as a
personal gift. Moreover, it is his obligation to see to the celebration of the Masses until
such time as he has received evidence that the obligation has been undertaken and the
offering received.
§2 Unless it is established otherwise, the time within which Masses are to be celebrated
begins from the day the priest who is to celebrate them receives them.
§3 Those who transfer to others Masses to be celebrated are without delay to record in a
book both the Masses which they have accepted and those which they have passed on, noting
also the offerings for these Masses.
§4 Each priest must accurately record the Masses which he has accepted to celebrate and
those which he has in fact celebrated.
Can. 956 Each and every administrator of pious causes and those, whether clerics or lay
persons, who are in any way obliged to provide for the celebration of Masses, are to
transfer to their Ordinaries, in a manner to be determined by the latter, such Mass
obligations as have not been discharged within a year.
Can. 957 The duty and the right to see that Mass obligations are fulfilled belongs, in
the case of churches of the secular clergy, to the local Ordinary; in the case of churches
of religious institutes or societies of apostolic life, to their Superiors.
Can. 958 §1 The parish priest, as well as the rector of a church or other pious place in
which Mass offerings are usually received, is to have a special book in which he is
accurately to record the number, the intention and the offering of the Masses to be
celebrated, and the fact of their celebration.
§2 The Ordinary is obliged to inspect these books each year, either personally or through
others.
1183. "El tabernáculo debe estar situado 'dentro de las iglesias en un lugar de los más
dignos con el mayor honor'. La nobleza, la disposición y la seguridad del tabernáculo
eucarístico deben favorecer la adoración del Señor realmente presente en el Santísimo
Sacramento del altar.
El Santo Crisma , cuya unción es signo sacramental del sello del don del Espíritu Santo, es
tradicionalmente conservado y venerado en un lugar seguro del santuario. Se puede colocar
junto a él el óleo de los catecúmenos y el de los enfermos."
"Artículo 3 El sacramento de la Eucaristía"
1322. "La Sagrada Eucaristía culmina la iniciación cristiana. Los que han sido elevados a la
dignidad del sacerdocio real por el Bautismo y configurados más profundamente con Cristo por
la Confirmación, participan por medio de la Eucaristía con toda la comunidad en el
sacrificio mismo del Señor."
1323. "'Nuestro Salvador, en la última Cena, la noche en que fue entregado, instituyó el
sacrificio eucarístico de su cuerpo y su sangre para perpetuar por los siglos, hasta su
vuelta, el sacrificio de la cruz y confiar así a su Esposa amada, la Iglesia, el memorial de
su muerte y resurrección, sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de amor, banquete
pascual en el que se recibe a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de
la gloria futura'. "
"I.- La Eucaristía, fuente de la vida eclesial"
1324. "La Eucaristía es 'fuente y cima de toda la vida cristiana'. 'Los demás sacramentos,
como también todos los ministerios eclesiales y las obras de apostolado, están unidos a la
Eucaristía y a ella se ordenan. La sagrada Eucaristía, en efecto, contiene todo el bien
espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua'."
1325. "'La Eucaristía significa y realiza la comunión de vida con Dios y la unidad del
Pueblo de Dios por las que la Iglesia es ella misma. En ella se encuentra a la vez la cumbre
de la acción por la que, en Cristo, Dios santifica al mundo, y del culto que en el Espíritu
Santo los hombres dan a Cristo y por él al Padre'."
1326. "Finalmente, por la celebración eucarística nos unimos ya a la liturgia del cielo y
anticipamos la vida eterna cuando Dios será todo en todos."
1327. "En resumen, la Eucaristía es el compendio y la suma de nuestra fe: 'Nuestra manera de
pensar armoniza con la Eucaristía, y a su vez la Eucaristía confirma nuestra manera de
pensar'."
"II.- El nombre de este sacramento"
1328. "La riqueza inagotable de este sacramento se expresa mediante los distintos nombres
que se le da. Cada uno de estos nombres evoca alguno de sus aspectos. Se le llama:
Eucaristía porque es acción de gracias a Dios. Las palabras 'eucharistein' y 'eulogein'
recuerdan las bendiciones judías que proclaman -sobre todo durante la comida- las obras de
Dios: la creación, la redención y la santificación."
1329. "Banquete del Señor porque se trata de la Cena que el Señor celebró con sus discípulos
la víspera de su pasión y de la anticipación del banquete de bodas del Cordero en la
Jerusalén celestial.
Fracción del pan porque este rito, propio del banquete judío, fue utilizado por Jesús cuando
bendecía y distribuía el pan como cabeza de familia, sobre todo en la última Cena. En este
gesto los discípulos lo reconocerán después de su resurrección, y con esta expresión los
primeros cristianos designaron sus asambleas eucarísticas. Con él se quiere significar que
todos los que comen de este único pan, partido, que es Cristo, entran en comunión con él y
forman un solo cuerpo en él.
Asamblea eucarística , porque la Eucaristía es celebrada en la asamblea de los fieles,
expresión visible de la Iglesia."
1330. "Memorial de la pasión y de la resurrección del Señor.
Santo Sacrificio, porque actualiza el único sacrificio de Cristo Salvador e incluye la
ofrenda de la Iglesia; o también santo sacrificio de la misa, 'sacrificio de alabanza' ,
sacrificio espiritual, sacrificio puro y santo, puesto que completa y supera todos los
sacrificios de la Antigua Alianza.
Santa y divina liturgia, porque toda la liturgia de la Iglesia encuentra su centro y su
expresión más densa en la celebración de este sacramento; en el mismo sentido se la llama
también celebración de los santos misterios. Se habla también del Santísimo Sacramento
porque es el Sacramento de los Sacramentos. Con este nombre se designan las especies
eucarísticas guardadas en el sagrario."
1331. "Comunión, porque por este sacramento nos unimos a Cristo que nos hace partícipes de
su Cuerpo y de su Sangre para formar un solo cuerpo; se la llama también las cosas santas
-es el sentido primero de la 'comunión de los santos' de que habla el Símbolo de los
Apóstoles-, pan de los ángeles, pan del cielo, medicina de inmortalidad, viático..."
1332. "Santa Misa porque la liturgia en la que se realiza el misterio de salvación se
termina con el envío de los fieles a fin de que cumplan la voluntad de Dios en su vida
cotidiana."
"III.- La Eucaristía en la economia de la salvación"
1333. "En el corazón de la celebración de la Eucaristía se encuentran el pan y el vino que,
por las palabras de Cristo y por la invocación del Espíritu Santo, se convierten en el
Cuerpo y la Sangre de Cristo. Fiel a la orden del Señor, la Iglesia continúa haciendo, en
memoria de El, hasta su retorno glorioso, lo que El hizo la víspera de su pasión: 'Tomó
pan...', 'tomó el cáliz lleno de vino...'. Al convertirse misteriosamente en el Cuerpo y la
Sangre de Cristo, los signos del pan y del vino siguen significando también la bondad de la
creación. Así, en el ofertorio, darnos gracias al Creador por el pan y el vino, fruto 'del
trabajo del hombre', pero antes, 'fruto de la tierra' y 'de la vid', dones del Creador. La
Iglesia ve en el gesto de Melquisedec, rey y sacerdote, que 'ofreció pan y vino' , una
prefiguración de su propia ofrenda."
1334. "En la Antigua Alianza, el pan y el vino eran ofrecidos como sacrificio entre las
primicias de la tierra en señal de reconocimiento al Creador. Pero reciben también una nueva
significación en el contexto del Exodo: los panes ácimos que Israel come cada año en la
Pascua conmemoran la salida apresurada y liberadora de Egipto. El recuerdo del maná del
desierto sugerirá siempre a Israel que vive del pan de la Palabra de Dios. Finalmente, el
pan de cada día es el fruto de la Tierra prometida, prenda de la fidelidad de Dios a sus
promesas. El 'cáliz de bendición' , al final del banquete pascual de los judíos, añade a la
alegría festiva del vino una dimensión escatológica, la de la espera mesiánica del
restablecimiento de Jerusalén. Jesús instituyó su Eucaristía dando un sentido nuevo y
definitivo a la bendición del pan y del cáliz."
1335. "Los milagros de la multiplicación de los panes, cuando el Señor dijo la bendición,
partió y distribuyó los panes por medio de sus discípulos para alimentar la multitud,
prefiguran la sobreabundancia de este único pan de su Eucaristía. El signo del agua
convertida en vino en Caná anuncia ya la Hora de la glorificación de Jesús. Manifiesta el
cumplimiento del banquete de las bodas en el Reino del Padre, donde los fieles beberán el
vino nuevo convertido en Sangre de Cristo."
1336. "El primer anuncio de la Eucaristía dividió a los discípulos, igual que el anuncio de
la pasión los escandalizó: 'Es duro este lenguaje, ¿quién puede escucharlo?' . La Eucaristía
y la cruz son piedras de tropiezo. Es el mismo misterio, y no cesa de ser ocasión de
división. '¿También vosotros queréis marcharos?' : esta pregunta del Señor resuena a través
de las edades, como invitación de su amor a descubrir que sólo El tiene 'palabras de vida
eterna' , y que acoger en la fe el don de su Eucaristía es acogerlo a El mismo."
1337. "El Señor, habiendo amado a los suyos, los amó hasta el fin. Sabiendo que había
llegado la hora de partir de este mundo para retornar a su Padre, en el transcurso de una
cena, les lavó los pies y les dio el mandamiento del amor. Para dejarles una prenda de este
amor, para no alejarse nunca de los suyos y hacerles partícipes de su Pascua, instituyó la
Eucaristía como memorial de su muerte y de su resurrección y ordenó a sus apóstoles
celebrarlo hasta su retorno, 'constituyéndoles entonces sacerdotes del Nuevo
Testamento'."
1338. "Los tres evangelios sinópticos y san Pablo nos han transmitido el relato de la
institución de la Eucaristía; por su parte, san Juan relata las palabras de Jesús en la
sinagoga de Cafarnaúm, palabras que preparan la institución de la Eucaristía: Cristo se
designa a sí mismo como el pan de vida, bajado del cielo."
1339. "Jesús escogió el tiempo de la Pascua para realizar lo que había anunciado en
Cafarnaúm: dar a sus discípulos su Cuerpo y su Sangre:
Llegó el día de los Azimos, en el que se había de inmolar el cordero de Pascua; envió a
Pedro y a Juan, diciendo: «Id y preparadnos la Pascua para que la comamos»... fueron... y
prepararon la Pascua. Llegada la hora, se puso a la mesa con los apóstoles; y les dijo: «Con
ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer; porque os digo que ya no
la comeré más hasta que halle su cumplimiento en el Reino de Dios»... Y tomó pan, dio
gracias, lo partió y se lo dio diciendo: «Esto es mi cuerpo que va a ser entregado por
vosotros; haced esto en recuerdo mío». De igual modo, después de cenar, tomó el cáliz,
diciendo: «Este cáliz es la Nueva Alianza en mi sangre, que va a ser derramada por vosotros»
"
1340. "Al celebrar la última Cena con sus apóstoles en el transcurso del banquete pascual,
Jesús dio su sentido definitivo a la pascua judía. En efecto, el paso de Jesús a su Padre
por su muerte y su resurrección, la Pascua nueva, es anticipada en la Cena y celebrada en la
Eucaristía que da cumplimiento a la pascua judía y anticipa la pascua final de la Iglesia en
la gloria del Reino."
1341. "El mandamiento de Jesús de repetir sus gestos y sus palabras 'hasta que venga' , no
exige solamente acordarse de Jesús y de lo que hizo. Requiere la celebración litúrgica por
los apóstoles y sus sucesores del memorial de Cristo, de su vida, de su muerte, de su
resurrección y de su intercesión junto al Padre."
1342. "Desde el comienzo la Iglesia fue fiel a la orden del Señor. De la Iglesia de
Jerusalén se dice:
Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, fieles a la comunión fraterna, a la
fracción del pan y a las oraciones... Acudían al Templo todos los días con perseverancia y
con un mismo espíritu, partían el pan por las casas y tomaban el alimento con alegría y con
sencillez de corazón ."
1343. "Era sobre todo 'el primer día de la semana', es decir, el domingo, el día de la
resurrección de Jesús, cuando los cristianos se reunían para 'partir el pan' . Desde
entonces hasta nuestros días la celebración de la Eucaristía se ha perpetuado, de suerte que
hoy la encontramos por todas partes en la Iglesia, con la misma estructura fundamental.
Sigue siendo el centro de la vida de la Iglesia."
1344. "Así, de celebración en celebración, anunciando el misterio pascual de Jesús 'hasta
que venga' , el pueblo de Dios peregrinante 'camina por la senda estrecha de la cruz' hacia
el banquete celestial, donde todos los elegidos se sentarán a la mesa del Reino."
"IV.- La celebración de la Eucaristía"
1345. "Desde el siglo II, según el testimonio de san Justino mártir, tenemos las grandes
líneas del desarrollo de la celebración eucarística. Estas han permanecido invariables hasta
nuestros días a través de la diversidad de tradiciones rituales litúrgicas. He aquí lo que
el santo escribe, hacia el año 155, para explicar al emperador pagano Antonino Pío lo que
hacen los cristianos:
El día que se llama del sol se celebra una reunión de todos los que moran en las ciudades o
en los campos, y allí se leen, en cuanto el tiempo lo permite, los recuerdos de los
Apóstoles o los escritos de los profetas.
Luego, cuando el lector termina, el presidente, de palabra, hace una exhortación e
invitación a que imitemos estos bellos ejemplos. Seguidamente, nos levantamos todos a una y
elevamos nuestras preces... por nosotros mismos, por el que acaba de ser iluminado y por
todos los otros esparcidos por todo el mundo, suplicando se nos conceda, ya que hemos
conocido la verdad, ser hallados por nuestras obras hombres de buena conducta y guardadores
de lo que se nos ha mandado, y consigamos así la salvación eterna. Terminadas las oraciones,
nos damos mutuamente ósculo de paz
Luego, al que preside a los hermanos se le ofrece pan y un vaso de agua y vino, y tomándolos
él tributa alabanzas y gloria al Padre del universo por el nombre de su Hijo y por el
Espíritu Santo, y pronuncia una larga acción de gracias, por habernos concedido esos dones
que de El nos vienen Y cuando el presidente ha terminado las oraciones y la acción de
gracias, todo el pueblo presente aclama diciendo: Amén.
Y una vez que el presidente ha dado gracias y aclamado todo el pueblo, los que entre
nosotros se llaman 'ministros' o diáconos, dan a cada uno de los asistentes parte del pan y
del vino y del agua sobre que se dijo la acción de gracias y lo llevan a los ausentes."
1346. "La liturgia de la Eucaristía se desarrolla conforme a una estructura fundamental que
se ha conservado a través de los siglos hasta nosotros. Comprende dos grandes momentos que
forman una unidad básica:
- la reunión, la liturgia de la Palabra, con las lecturas, la homilía y la oración
universal;
- la liturgia eucarística, con la presentación del pan y del vino, la acción de gracias
consecratoria y la comunión.
Liturgia de la Palabra y liturgia eucarística constituyen juntas 'un solo acto de culto'; en
efecto, la mesa preparada para nosotros en la Eucaristía es a la vez la de la Palabra de
Dios y la del Cuerpo del Señor."
1347. "He aquí el mismo dinamismo del banquete pascual de Jesús resucitado con sus
discípulos: en el camino les explicaba las Escrituras, luego, sentándose a la mesa con
ellos, 'tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio'."
1348. "Todos se reúnen. Los cristianos acuden a un mismo lugar para la asamblea eucarística.
A su cabeza está Cristo mismo que es el actor principal de la Eucaristía. El es sumo
sacerdote de la Nueva Alianza. El mismo es quien preside invisiblemente toda celebración
eucarística. Como representante suyo, el obispo o el presbítero preside la asamblea, toma
la palabra después de las lecturas, recibe las ofrendas y dice la plegaria eucarística.
Todos tienen parte activa en la celebración, cada uno a su manera: los lectores, los que
presentan las ofrendas, los que dan la comunión, y el pueblo entero cuyo 'Amén' manifiesta
su participación."
1349. "La liturgia de la Palabra comprende 'los escritos de los profetas', es decir, el
Antiguo Testamento, y 'las memorias de los apóstoles', es decir, sus cartas y los
Evangelios; después la homilía que exhorta a acoger esta palabra como lo que 'es
verdaderamente, Palabra de Dios' , y a ponerla en práctica; vienen luego las intercesiones
por todos los hombres, según la palabra del apóstol: 'Ante todo, recomiendo que se hagan
plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres; por los reyes y
por todos los constituidos en autoridad' ."
1350. "La presentación de las ofrendas : entonces se lleva al altar, a veces en procesión,
el pan y el vino que serán ofrecidos por el sacerdote en nombre de Cristo en el sacrificio
eucarístico en el que se convertirán en su Cuerpo y en su Sangre. Es la acción misma de
Cristo en la última Cena, 'tomando pan y una copa'. 'Sólo la Iglesia presenta esta oblación,
pura, al Creador, ofreciéndole con acción de gracias lo que proviene de su creación'. La
presentación de las ofrendas en el altar hace suyo el gesto de Melquisedec y pone los dones
del Creador en las manos de Cristo. El es quien, en su sacrificio, lleva a la perfección
todos los intentos humanos de ofrecer sacrificios."
1351. "Desde el principio, junto con el pan y el vino para la Eucaristía, los cristianos
presentan también sus dones para compartirlos con los que tienen necesidad. Esta costumbre
de la colecta, siempre actual, se inspira en el ejemplo de Cristo que se hizo pobre para
enriquecernos:
Los que tienen y quieren, cada uno según su libre determinación, da lo que bien le parece, y
lo recogido se entrega al presidente y él socorre de ello a huérfanos y viudas, a los que
por enfermedad o por otra causa están necesitados, a los que están en las cárceles, a los
forasteros de paso, y, en una palabra, él se constituye provisor de cuantos se hallan en
necesidad. "
1352. "La anáfora: Con la plegaria eucarística, oración de acción de gracias y de
consagración llegamos al corazón y a la cumbre de la celebración:
en el prefacio, la Iglesia da gracias al Padre, por Cristo, en el Espíritu Santo, por todas
sus obras, por la creación, la redención y la santificación. Toda la asamblea se une
entonces a la alabanza incesante que la Iglesia celestial, los ángeles y todos los santos,
cantan al Dios tres veces santo;"
1353. "en la epíclesis, la Iglesia pide al Padre que envíe su Espíritu Santo sobre el pan y
el vino, para que se conviertan, por su poder, en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, y que
quienes toman parte en la Eucaristía sean un solo cuerpo y un solo espíritu ;
En el relato de la institución, la fuerza de las palabras y de la acción de Cristo y el
poder del Espíritu Santo hacen sacramentalmente presentes bajo las especies de pan y de vino
su Cuerpo y su Sangre, su sacrificio ofrecido en la cruz de una vez para siempre;"
1354. "en la anámnesis que sigue, la Iglesia hace memoria de la pasión, de la resurrección y
del retorno glorioso de Cristo Jesús; presenta al Padre la ofrenda de su Hijo que nos
reconcilia con El;
en las intercesiones, la Iglesia expresa que la Eucaristía se celebra en comunión con toda
la Iglesia del cielo y de la tierra, de los vivos y de los difuntos, y en comunión con los
pastores de la Iglesia, el Papa, el obispo de la diócesis, su presbiterio y sus diáconos y
todos los obispos del mundo entero con sus Iglesias."
1355. "En la comunión, precedida por la oración del Señor y de la fracción del pan, los
fieles reciben 'el pan del cielo' y 'el cáliz de la salvación', el Cuerpo y la Sangre de
Cristo que se entregó 'para la vida del mundo' :
Y este alimento se llama entre nosotros 'Eucaristía', de la que a nadie es lícito
participar, sino al que cree ser verdaderas nuestras enseñanzas y se ha lavado en el baño
que da la remisión de los pecados y la regeneración, y vive conforme a lo que Cristo nos
enseñó. "
"V.- El sacrificio sacramental: acción de gracias, memorial, presencia"
1356. "Si los cristianos celebramos la Eucaristía desde los orígenes, y con una forma tal
que, en su substancia, no ha cambiado a través de la gran diversidad de épocas y de
liturgias, es porque nos sabemos sujetos al mandato del Señor, dado la víspera de su pasión:
'haced esto en memoria mía' ."
1357. "Cumplimos este mandato del Señor celebrando el memorial de su sacrificio. Al hacerlo,
ofrecemos al Padre lo que El mismo nos ha dado: los dones de su Creación, el pan y el vino,
convertidos por el poder del Espíritu Santo y las palabras de Cristo, en el Cuerpo y la
Sangre del mismo Cristo: así Cristo se hace real y misteriosamente presente."
1358. "Por tanto, debemos considerar la Eucaristía:
- como acción de gracias y alabanza al Padre,
- como memorial del sacrificio de Cristo y de su Cuerpo,
- como presencia de Cristo por el poder de su Palabra y de su Espíritu."
1359. "La Eucaristía, sacramento de nuestra salvación realizada por Cristo en la cruz, es
también un sacrificio de alabanza en acción de gracias por la obra de la creación. En el
sacrificio eucarístico, toda la creación amada por Dios es presentada al Padre a través de
la muerte y resurrección de Cristo. Por Cristo, la Iglesia puede ofrecer el sacrificio de
alabanza en acción de gracias por todo lo que Dios ha hecho de bueno, de bello y de justo en
la creación y en la humanidad."
1360. "La Eucaristía es un sacrificio de acción de gracias al Padre, una bendición por la
cual la Iglesia expresa su reconocimiento a Dios por todos sus beneficios, por todo lo que
ha realizado mediante la creación, la redención y la santificación. 'Eucaristía' significa,
ante todo, acción de gracias."
1361. "La Eucaristía es también el sacrificio de alabanza por medio del cual la Iglesia
canta la gloria de Dios en nombre de toda la creación. Este sacrificio de alabanza sólo es
posible a través de Cristo: El une los fieles a su persona, a su alabanza y a su
intercesión, de manera que el sacrificio de alabanza al Padre es ofrecido por Cristo y con
Cristo para ser aceptado en él."
1362. "La Eucaristía es el memorial de la Pascua de Cristo, la actualización y la ofrenda
sacramental de su único sacrificio, en la liturgia de la Iglesia que es su Cuerpo. En todas
las plegarias eucarísticas encontramos, tras las palabras de la institución, una oración
llamada anámnesis o memorial."
1363. "En el sentido empleado por la Sagrada Escritura, el memorial no es solamente el
recuerdo de los acontecimientos del pasado, sino la proclamación de las maravillas que Dios
ha realizado en favor de los hombres. En la celebración litúrgica, estos acontecimientos se
hacen, en cierta forma, presentes y actuales. De esta manera Israel entiende su liberación
de Egipto: cada vez que es celebrada la Pascua, los acontecimientos del Exodo se hacen
presentes a la memoria de los creyentes a fin de que conformen su vida a estos
acontecimientos."
1364. "El memorial recibe un sentido nuevo en el Nuevo Testamento. Cuando la Iglesia celebra
la Eucaristía, hace memoria de la Pascua de Cristo y ésta se hace presente: el sacrificio
que Cristo ofreció de una vez para siempre en la cruz, permanece siempre actual: 'Cuantas
veces se renueva en el altar el sacrificio de la cruz, en el que Cristo, nuestra Pascua, fue
inmolado, se realiza la obra de nuestra redención'."
1365"Por ser memorial de la Pascua
de Cristo, la Eucaristía es también un sacrificio. El carácter sacrificial de la Eucaristía
se manifiesta en las palabras mismas de la institución: 'Esto es mi Cuerpo que será
entregado por vosotros' y 'Esta copa es la nueva Alianza en mi sangre, que será derramada
por vosotros' . En la Eucaristía, Cristo da el mismo cuerpo que por nosotros entregó en la
cruz, y la sangre misma que 'derramó por muchos para remisión de los pecados' ."
1366 La Eucaristía es, pues, un sacrificio porque representa (= hace presente) el sacrificio
de la cruz, porque es su memorial y aplica su fruto:
(Cristo), nuestro Dios y Señor, se ofreció a Dios Padre una vez por todas, muriendo como
intercesor sobre el altar de la cruz, a fin de realizar para ellos (los hombres) una
redención eterna. Sin embargo, como su muerte no debía poner fin a su sacerdocio (Hb
7,24.27), en la última Cena, "la noche en que fue entregado" (1 Co 11,23), quiso dejar a la
Iglesia, su esposa amada, un sacrificio visible (como lo reclama la naturaleza humana),
donde sería representado el sacrificio sangriento que iba a realizarse una única vez en la
cruz cuya memoria se perpetuaría hasta el fin de los siglos (1 Co 11,23) y cuya virtud
saludable se aplicaría a la redención de los pecados que cometemos cada día (Cc. de Trento:
DS 1740).
1367 El sacrificio de Cristo y el sacrificio de la Eucaristía son, pues, un único
sacrificio: "Es una y la misma víctima, que se ofrece ahora por el ministerio de los
sacerdotes, que se ofreció a si misma entonces sobre la cruz. Sólo difiere la manera de
ofrecer": (CONCILIUM TRIDENTINUM, Sess. 22a., Doctrina de ss. Missae sacrificio, c. 2: DS
1743) "Y puesto que en este divino sacrificio que se realiza en la Misa, se contiene e
inmola incruentamente el mismo Cristo que en el altar de la cruz "se ofreció a sí mismo una
vez de modo cruento"; ...este sacrificio [es] verdaderamente propiciatorio" (Ibid).
1368 La Eucaristía es igualmente el sacrificio de la Iglesia. La Iglesia, que es el Cuerpo
de Cristo, participa en la ofrenda de su Cabeza. Con él, ella se ofrece totalmente. Se une a
su intercesión ante el Padre por todos los hombres. En la Eucaristía, el sacrificio de
Cristo es también el sacrificio de los miembros de su Cuerpo. La vida de los fieles, su
alabanza, su sufrimiento, su oración y su trabajo se unen a los de Cristo y a su total
ofrenda, y adquieren así un valor nuevo. El sacrificio de Cristo, presente sobre el altar,
da a todas alas generaciones de cristianos la posibilidad de unirse a su ofrenda.
En las catacumbas, la Iglesia es con frecuencia representada como una mujer en oración, los
brazos extendidos en actitud de orante. Como Cristo que extendió los brazos sobre la cruz,
por él, con él y en él, la Iglesia se ofrece e intercede por todos los hombres.
1369 Toda la Iglesia se une a la ofrenda y a la intercesión de Cristo. Encargado del
ministerio de Pedro en la Iglesia, el Papa es asociado a toda celebración de la Eucaristía
en la que es nombrado como signo y servidor de la unidad de la Iglesia universal. El obispo
del lugar es siempre responsable de la Eucaristía, incluso cuando es presidida por un
presbítero; el nombre del obispo se pronuncia en ella para significar su presidencia de la
Iglesia particular en medio del presbiterio y con la asistencia de los diáconos. La
comunidad intercede también por todos los ministros que, por ella y con ella, ofrecen el
sacrificio eucarístico:
Que sólo sea considerada como legítima la eucaristía que se hace bajo la presidencia del
obispo o de quien él ha señalado para ello (S. Ignacio de Antioquía, Smyrn. 8,1).
Por medio del ministerio de los presbíteros, se realiza a la perfección el sacrificio
espiritual de los fieles en unión con el sacrificio de Cristo, único Mediador. Este, en
nombre de toda la Iglesia, por manos de los presbíteros, se ofrece incruenta y
sacramentalmente en la Eucaristía, hasta que el Señor venga (PO 2).
1370 A la ofrenda de Cristo se unen no sólo los miembros que están todavía aquí abajo, sino
también los que están ya en la gloria del cielo: La Iglesia ofrece el sacrificio eucarístico
en comunión con la santísima Virgen María y haciendo memoria de ella así como de todos los
santos y santas. En la Eucaristía, la Iglesia, con María, está como al pie de la cruz, unida
a la ofrenda y a la intercesión de Cristo.
1371 El sacrificio eucarístico es también ofrecido por los fieles difuntos "que han muerto
en Cristo y todavía no están plenamente purificados" (Cc. de Trento: DS 1743), para que
puedan entrar en la luz y la paz de Cristo:
Enterrad este cuerpo en cualquier parte; no os preocupe más su cuidado; solamente os ruego
que, dondequiera que os hallareis, os acordéis de mi ante el altar del Señor (S. Mónica,
antes de su muerte, a S. Agustín y su hermano; Conf. 9,9,27).
A continuación oramos (en la anáfora) por los santos padres y obispos difuntos, y en general
por todos los que han muerto antes que nosotros, creyendo que será de gran provecho para las
almas, en favor de las cuales es ofrecida la súplica, mientras se halla presente la santa y
adorable víctima...Presentando a Dios nuestras súplicas por los que han muerto, aunque
fuesen pecadores,... presentamos a Cristo inmolado por nuestros pecados, haciendo propicio
para ellos y para nosotros al Dios amigo de los hombres (s. Cirilo de Jerusalén, Cateq.
mist. 5, 9.10).
1372 S. Agustín ha resumido admirablemente esta doctrina que nos impulsa a una participación
cada vez más completa en el sacrificio de nuestro Redentor que celebramos en la Eucaristía:
Esta ciudad plenamente rescatada, es decir, la asamblea y la sociedad de los santos, es
ofrecida a Dios como un sacrificio universal por el Sumo Sacerdote que, bajo la forma de
esclavo, llegó a ofrecerse por nosotros en su pasión, para hacer de nosotros el cuerpo de
una tan gran Cabeza...Tal es el sacrificio de los cristianos: "siendo muchos, no formamos
más que un sólo cuerpo en Cristo" (Rm 12,5). Y este sacrificio, la Iglesia no cesa de
reproducirlo en el Sacramento del altar bien conocido de los fieles, donde se muestra que en
lo que ella ofrece se ofrece a sí misma (civ. 10,6).
La presencia de Cristo por el poder de su Palabra y del Espíritu Santo
1373 "Cristo Jesús que murió, resucitó, que está a la derecha de Dios e intercede por
nosotros" (Rm 8,34), está presente de múltiples maneras en su Iglesia (cf LG 48): en su
Palabra, en la oración de su Iglesia, "allí donde dos o tres estén reunidos en mi nombre"
(Mt 18,20), en los pobres, los enfermos, los presos (Mt 25,31-46), en los sacramentos de los
que él es autor, en el sacrificio de la misa y en la persona del ministro. Pero, "sobre
todo, (está presente) bajo las especies eucarísticas" (SC 7).
1374 El modo de presencia de Cristo bajo las especies eucarísticas es singular. Eleva la
eucaristía por encima de todos los sacramentos y hace de ella "como la perfección de la vida
espiritual y el fin al que tienden todos los sacramentos" (S. Tomás de A., s.th. 3, 73, 3).
En el santísimo sacramento de la Eucaristía están "contenidos verdadera, real y
substancialmente" el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor
Jesucristo, y, por consiguiente, Cristo entero" (Cc. de Trento: DS 1651). "Esta presencia se
denomina `real', no a título exclusivo, como si las otras presencias no fuesen `reales',
sino por excelencia, porque es substancial, y por ella Cristo, Dios y hombre, se hace
totalmente presente" (MF 39).
1375. "Mediante la conversión del pan y del vino en su Cuerpo y Sangre, Cristo se hace
presente en este sacramento. Los Padres de la Iglesia afirmaron con fuerza la fe de la
Iglesia en la eficacia de la Palabra de Cristo y de la acción del Espíritu Santo para obrar
esta conversión. Así, san Juan Crisóstomo declara que:
No es el hombre quien hace que las cosas ofrecidas se conviertan en Cuerpo y Sangre de
Cristo, sino Cristo mismo que fue crucificado por nosotros. El sacerdote, figura de Cristo,
pronuncia estas palabras, pero su eficacia y su gracia provienen de Dios. Esto es mi Cuerpo,
dice. Esta palabra transforma las cosas ofrecidas.
Y san Ambrosio dice respecto a esta conversión:
Estemos bien persuadidos de que esto no es lo que la naturaleza ha producido, sino lo que la
bendición ha consagrado, y de que la fuerza de la bendición supera a la de la naturaleza,
porque por la bendición la naturaleza misma resulta cambiada... La palabra de Cristo, que
pudo hacer de la nada lo que no existía, ¿no podría cambiar las cosas existentes en lo que
no eran todavía? Porque no es menos dar a las cosas su naturaleza primera que
cambiársela."
1376. "El Concilio de Trento resume la fe católica cuando afirma: 'Porque Cristo, nuestro
Redentor, dijo que lo que ofrecía bajo la especie de pan era verdaderamente su Cuerpo, se ha
mantenido siempre en la Iglesia esta convicción, que declara de nuevo el Santo Concilio: por
la consagración del pan y del vino se opera el cambio de toda la substancia del pan en la
substancia del Cuerpo de Cristo nuestro Señor y de toda la substancia del vino en la
substancia de su Sangre; la Iglesia católica ha llamado justa y apropiadamente a este cambio
transubstanciación'."
1377. "La presencia eucarística de Cristo comienza en el momento de la consagración y dura
todo el tiempo que subsistan las especies eucarísticas. Cristo está todo entero presente en
cada una de las especies y todo entero en cada una de sus partes, de modo que la fracción
del pan no divide a Cristo."
1378. "El culto de la Eucaristía. En la liturgia de la misa expresamos nuestra fe en la
presencia real de Cristo bajo las especies de pan y de vino, entre otras maneras,
arrodillándonos o inclinándonos profundamente en señal de adoración al Señor. 'La Iglesia
católica ha dado y continúa dando este culto de adoración que se debe al sacramento de la
Eucaristía no solamente durante la misa, sino también fuera de su celebración: conservando
con el mayor cuidado las hostias consagradas, presentándolas a los fieles para que las
veneren con solemnidad, llevándolas en procesión'."
1379. "El sagrario estaba primeramente destinado a guardar dignamente la Eucaristía para
que pudiera ser llevada a los enfermos y ausentes fuera de la misa. Por la profundización de
la fe en la presencia real de Cristo en su Eucaristía, la Iglesia tomó conciencia del
sentido de la adoración silenciosa del Señor presente bajo las especies eucarísticas. Por
eso, el sagrario debe estar colocado en un lugar particularmente digno de la iglesia; debe
estar construido de tal forma que subraye y manifieste la verdad de la presencia real de
Cristo en el santísimo sacramento."
1380. "Es realmente conveniente que Cristo haya querido quedarse presente para su Iglesia de
esta manera tan singular. Puesto que Cristo iba a alejarse de los suyos bajo su forma
visible, quiso darnos su presencia sacramental; puesto que iba a ofrecerse en la cruz por
nuestra salvación, quiso que tuviéramos el memorial del amor con que nos había amado 'hasta
el fin' , hasta el don de su vida. En efecto, en su presencia eucarística permanece
misteriosamente en medio de nosotros como quien nos amó y se entregó por nosotros, y se
queda bajo los signos que expresan y comunican este amor:
La Iglesia y el mundo tienen una gran necesidad del culto eucarístico. Jesús nos espera en
este sacramento del amor. No escatimemos tiempo para ir a encontrarlo en la adoración, en la
contemplación llena de fe y abierta a reparar las faltas graves y delitos del mundo. No cese
nunca nuestra adoración. "
1381. "'La presencia del verdadero Cuerpo de Cristo y de la verdadera Sangre de Cristo en
este sacramento, «no se conoce por los sentidos, dice santo Tomás, sino sólo por la fe, la
cual se apoya en la autoridad de Dios». Por ello, comentando el texto de san Lucas 22,19:
«Esto es mi Cuerpo que será entregado por vosotros», san Cirilo declara: «No te preguntes si
esto es verdad, sino acoge más bien con fe las palabras del Señor, porque él, que es la
Verdad», no miente':
Adoro te devote, latens Deitas,
Quae sub his figuris vere latitas:
Tibi se cor meum totum subjicit,
Quia te contemplans totum deficit.
Visus, gustus, tactus in te fallitur,
Sed auditu solo tuto creditur;
Credo quidquid dixit Dei Filius:
Nil hoc Veritatis verbo verius."
"VI.- El banquete pascual"
1382. "La misa es, a la vez e inseparablemente, el memorial sacrificial en que se perpetúa
el sacrificio de la cruz, y el banquete sagrado de la comunión en el Cuerpo y la Sangre del
Señor. Pero la celebración del sacrificio eucarístico está totalmente orientada hacia la
unión íntima de los fieles con Cristo por medio de la comunión. Comulgar es recibir a Cristo
mismo que se ofrece por nosotros."
1383. "El altar, en torno al cual la Iglesia se reúne en la celebración de la Eucaristía,
representa los dos aspectos de un mismo misterio: el altar del sacrificio y la mesa del
Señor, y esto, tanto más cuanto que el altar cristiano es el símbolo de Cristo mismo,
presente en medio de la asamblea de sus fieles, a la vez como la víctima ofrecida por
nuestra reconciliación y como alimento celestial que se nos da. '¿Qué es, en efecto, el
altar de Cristo sino la imagen del Cuerpo de Cristo?', dice san Ambrosio, y en otro lugar:
'El altar representa el Cuerpo , y el Cuerpo de Cristo está sobre el altar'. La liturgia
expresa esta unidad del sacrificio y de la comunión en numerosas oraciones. Así, la Iglesia
de Roma ora en su anáfora:
Te pedimos humildemente, Dios todopoderoso, que esta ofrenda sea llevada a tu presencia
hasta el altar del cielo, por manos de tu ángel, para que cuantos recibimos el Cuerpo y la
Sangre de tu Hijo, al participar aquí de este altar, seamos colmados de gracia y bendición.
'Tomad y comed todos de él': la comunión"
1384. "El Señor nos dirige una invitación urgente a recibirle en el sacramento de la
Eucaristía: 'En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no
bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros' ."
1385. "Para responder a esta invitación, debemos prepararnos para este momento tan grande y
santo. San Pablo exhorta a un examen de conciencia: 'Quien coma el pan o beba el cáliz del
Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor. Examínese, pues, cada
cual, y coma entonces del pan y beba del cáliz. Pues quien come y bebe sin discernir el
Cuerpo, come y bebe su propio castigo' . Quien tiene conciencia de estar en pecado grave
debe recibir el sacramento de la Reconciliación antes de acercarse a comulgar."
1386. "Ante la grandeza de este sacramento, el fiel sólo puede repetir humildemente y con fe
ardiente las palabras del Centurión: 'Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una
palabra tuya bastará para sanarme'. En la Liturgia de san Juan Crisóstomo, los fieles oran
con el mismo espíritu:
A tomar parte en tu cena sacramental invítame hoy, Hijo de Dios: no revelaré a tus enemigos
el misterio, no te daré el beso de Judas; antes como el ladrón te reconozco y te suplico:
¡Acuérdate de mí, Señor en tu reino! "
1387. "Para prepararse convenientemente a recibir este sacramento, los fieles deben observar
el ayuno prescrito por la Iglesia. Por la actitud corporal se manifiesta el respeto, la
solemnidad, el gozo de ese momento en que Cristo se hace nuestro huésped."
1388. "Es conforme al sentido mismo de la Eucaristía que los fieles, con las debidas
disposiciones, comulguen cuando participan en la misa: 'Se recomienda especialmente la
participación más perfecta en la misa, recibiendo los fieles, después de la comunión del
sacerdote, del mismo sacrificio, el cuerpo del Señor'."
1389. "La Iglesia obliga a los fieles 'a participar los domingos y días de fiesta en la
divina liturgia' y a recibir al menos una vez al año la Eucaristía, si es posible en tiempo
pascual, preparados por el sacramento de la Reconciliación. Pero la Iglesia recomienda
vivamente a los fieles recibir la santa Eucaristía los domingos y los días de fiesta, o con
más frecuencia aún, incluso todos los días."
1390. "Gracias a la presencia sacramental de Cristo bajo cada una de las especies, la
comunión bajo la sola especie de pan ya hace que se reciba todo el fruto de gracia propio de
la Eucaristía. Por razones pastorales, esta manera de comulgar se ha establecido
legítimamente como la más habitual en el rito latino. 'La comunión tiene una expresión más
plena por razón del signo cuando se hace bajo las dos especies. Ya que en esa forma es donde
más perfectamente se manifiesta el signo del banquete eucarístico'. Es la forma habitual de
comulgar en los ritos orientales."
1391. "La comunión acrecienta nuestra unión con Cristo. Recibir la Eucaristía en la comunión
da como fruto principal la unión íntima con Cristo Jesús. En efecto, el Señor dice: 'Quien
come mi Carne y bebe mi Sangre habita en mí y yo en él' . La vida en Cristo encuentra su
fundamento en el banquete eucarístico: 'Lo mismo que me ha enviado el Padre, que vive, y yo
vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí» :
Cuando en las fiestas del Señor los fieles reciben el Cuerpo del Hijo, Proclaman unos a
otros la Buena Nueva de que se dan las arras de la vida, como cuando el ángel dijo a María
de Magdala: '¡Cristo ha resucitado!' He aquí que ahora también la vida y la resurrección son
comunicadas a quien recibe a Cristo. "
1392. "Lo que el alimento material produce en nuestra vida corporal, la comunión lo realiza
de manera admirable en nuestra vida espiritual. La comunión con la Carne de Cristo
resucitado, 'vivificada por el Espíritu Santo y vivificante', conserva, acrecienta y renueva
la vida de gracia recibida en el Bautismo. Este crecimiento de la vida cristiana necesita
ser alimentado por la comunión eucarística, pan de nuestra peregrinación, hasta el momento
de la muerte, cuando nos sea dada como viático."
1393. "La comunión nos separa del pecado. El Cuerpo de Cristo que recibimos en la comunión
es 'entregado por nosotros', y la Sangre que bebemos es 'derramada por muchos para el perdón
de los pecados'. Por eso la Eucaristía no puede unirnos a Cristo sin purificarnos al mismo
tiempo de los pecados cometidos y preservarnos de futuros pecados:
'Cada vez que lo recibimos, anunciamos la muerte del Señor'. Si anunciamos la muerte del
Señor, anunciamos también el perdón de los pecados. Si cada vez que su Sangre es derramada,
lo es para el perdón de los pecados, debo recibirle siempre, para que siempre me perdone los
pecados. Yo que peco siempre, debo tener siempre un remedio. "
1394. "Como el alimento corporal sirve para restaurar la pérdida de fuerzas, la Eucaristía
fortalece la caridad que, en la vida cotidiana, tiende a debilitarse; y esta caridad
vivificada borra los pecados veniales. Dándose a nosotros, Cristo reaviva nuestro amor y nos
hace capaces de romper los lazos desordenados con las criaturas y de arraigarnos en El:
Porque Cristo murió por nuestro amor, cuando hacemos conmemoración de su muerte en nuestro
sacrificio, pedimos que venga el Espíritu Santo y nos comunique el amor; suplicamos
fervorosamente que aquel mismo amor que impulsó a Cristo a dejarse crucificar por nosotros
sea infundido por el Espíritu Santo en nuestros propios corazones, con objeto de que
consideremos al mundo como crucificado para nosotros, y sepamos vivir crucificados para el
mundo... y, llenos de caridad, muertos para el pecado vivamos para Dios. "
1395. "Por la misma caridad que enciende en nosotros, la Eucaristía nos preserva de futuros
pecados mortales. Cuanto más participamos en la vida de Cristo y más progresamos en su
amistad, tanto más difícil se nos hará romper con El por el pecado mortal. La Eucaristía no
está ordenada al perdón de los pecados mortales. Esto es propio del sacramento de la
Reconciliación. Lo propio de la Eucaristía es ser el sacramento de los que están en plena
comunión con la Iglesia."
1396. "La unidad del Cuerpo místico: La Eucaristía hace la Iglesia. Los que reciben la
Eucaristía se unen más estrechamente a Cristo. Por ello mismo, Cristo los une a todos los
fieles en un solo cuerpo: la Iglesia. La comunión renueva, fortifica, profundiza esta
incorporación a la Iglesia realizada ya por el Bautismo. En el Bautismo fuimos llamados a no
formar más que un solo cuerpo. La Eucaristía realiza esta llamada: 'El cáliz de bendición
que bendecimos ¿no es acaso comunión con la sangre de Cristo?, y el pan que partimos ¿no es
comunión con el Cuerpo de Cristo? Porque aun siendo muchos, un solo pan y un solo cuerpo
somos, pues todos participamos de un solo pan' :
Si vosotros mismos sois Cuerpo y miembros de Cristo, sois el sacramento que es puesto sobre
la mesa del Señor, y recibís este sacramento vuestro. Respondéis 'amén' a lo que recibís,
con lo que, respondiendo, lo reafirmáis. Oyes decir 'el Cuerpo de Cristo', y respondes
'amén'. Por lo tanto, sé tú verdadero miembro de Cristo para que tu 'amén' sea también
verdadero. "
1397. "La Eucaristía entraña un compromiso en favor de los pobres: Para recibir en la verdad
el Cuerpo y la Sangre de Cristo entregados por nosotros debemos reconocer a Cristo en los
más pobres, sus hermanos.
Has gustado la sangre del Señor y no reconoces a tu hermano. Deshonras esta mesa, no
juzgando digno de compartir tu alimento al que ha sido juzgado digno de participar en esta
mesa. Dios te ha liberado de todos los pecados y te ha invitado a ella. Y tú, aún así, no te
has hecho más misericordioso. "
1398. "La Eucaristía y la unidad de los cristianos. Ante la grandeza de este misterio, san
Agustín exclama: 'O sacramentum pietatis! O signum unitatis! O vinculum caritatis!' . Cuanto
más dolorosamente se hacen sentir las divisiones de la Iglesia que rompen la participación
común en la mesa del Señor, tanto más apremiantes son las oraciones al Señor para que
lleguen los días de la unidad completa de todos los que creen en El."
1399. "Las Iglesias orientales que no están en plena comunión con la Iglesia católica
celebran la Eucaristía con gran amor. 'Estas Iglesias, aunque separadas, tienen verdaderos
sacramentos, y sobre todo, en virtud de la sucesión apostólica, el sacerdocio y la
Eucaristía, con los que se unen aún más con nosotros con vínculo estrechísimo'. Una cierta
comunión in sacris, por tanto, en la Eucaristía, 'no solamente es posible, sino que se
aconseja... en circunstancias oportunas y aprobándolo la autoridad eclesiástica'."
1400. "Las comunidades eclesiales nacidas de la Reforma, separadas de la Iglesia católica,
'sobre todo por defecto del sacramento del Orden, no han conservado la substancia genuina e
íntegra del misterio eucarístico'. Por esto, la intercomunión eucarística con estas
comunidades no es posible para la Iglesia católica. Sin embargo, estas comunidades
eclesiales, 'al conmemorar en la Santa Cena la muerte y la resurrección del Señor, profesan
que en la comunión de Cristo se significa la vida, y esperan su venida gloriosa'."
1401. "Si, a juicio del ordinario, se presenta una necesidad grave, los ministros católicos
pueden administrar los sacramentos a cristianos que no están en plena comunión con la
Iglesia católica, pero que piden estos sacramentos con deseo y rectitud: en tal caso se
precisa que profesen la fe católica respecto a estos sacramentos y estén bien
dispuestos."
"VII.- La Eucaristía, 'Pignus futurae Gloriae'"
1402. "En una antigua oración, la Iglesia aclama el misterio de la Eucaristía: 'O sacrum
convivium in quo Christus sumitur. Recolitur memoria passionis eius; mens impletur gratia et
futurae gloriae nobis pignus datur' . Si la Eucaristía es el memorial de la Pascua del Señor
y si por nuestra comunión en el altar somos colmados 'de gracia y bendición', la Eucaristía
es también la anticipación de la gloria celestial."
1403. "En la última Cena, el Señor mismo atrajo la atención de sus discípulos hacia el
cumplimiento de la Pascua en el reino de Dios: 'Y os digo que desde ahora no beberé de este
fruto de la vid hasta el día en que lo beba con vosotros, de nuevo, en el Reino de mi Padre'
. Cada vez que la Iglesia celebra la Eucaristía recuerda esta promesa y su mirada se dirige
hacia 'el que viene'. En su oración, implora su venida: 'Marana tha' , 'Ven, Señor Jesús' ,
'que tu gracia venga y que este mundo pase'."
1404. "La Iglesia sabe que, ya ahora, el Señor viene en su Eucaristía y que está ahí en
medio de nosotros. Sin embargo, esta presencia está velada. Por eso celebramos la Eucaristía
'expectantes beatam spem et adventum Salvatoris nostri Jesu Christi' , pidiendo entrar 'en
tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria; allí
enjugarás las lágrimas de nuestros ojos, porque, al contemplarte como Tú eres, Dios nuestro,
seremos para siempre semejantes a ti y cantaremos eternamente tus alabanzas, por Cristo,
Señor Nuestro'."
1405. "De esta gran esperanza, la de los 'cielos nuevos' y la 'tierra nueva' en los que
habitará la justicia , no tenemos prenda más segura, signo más manifiesto que la Eucaristía.
En efecto, cada vez que se celebra este misterio, 'se realiza la obra de nuestra redención'
y 'partimos un mismo pan que es remedio de inmortalidad, antídoto para no morir, sino para
vivir en Jesucristo para siempre' ."
"Resumen"
1406. "Jesús dijo: 'Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá
para siempre... el que come mi Carne y bebe mi Sangre, tiene vida eterna... permanece en mí
y yo en él' ."
1407. "La Eucaristía es el corazón y la cumbre de la vida de la Iglesia, pues en ella Cristo
asocia su Iglesia y todos sus miembros a su sacrificio de alabanza y acción de gracias
ofrecido una vez por todas en la cruz a su Padre; por medio de este sacrificio derrama las
gracias de la salvación sobre su Cuerpo, que es la Iglesia."
1408. "La celebración eucarística comprende siempre: la proclamación de la Palabra de Dios,
la acción de gracias a Dios Padre por todos sus beneficios, sobre todo por el don de su
Hijo, la consagración del pan y del vino y la participación en el banquete litúrgico por la
recepción del Cuerpo y de la Sangre del Señor: estos elementos constituyen un solo y mismo
acto de culto."
1409. "La Eucaristía es el memorial de la Pascua de Cristo, es decir, de la obra de la
salvación realizada por la vida, la muerte y la resurrección de Cristo, obra que se hace
presente por la acción litúrgica."
1410. "Es Cristo mismo, sumo y eterno sacerdote de la Nueva Alianza, quien, por el
ministerio de los sacerdotes, ofrece el sacrificio eucarístico. Y es también el mismo
Cristo, realmente presente bajo las especies del pan y del vino, la ofrenda del sacrificio
eucarístico."
1411. "Sólo los presbíteros válidamente ordenados pueden presidir la Eucaristía y
consagrar el pan y el vino para que se conviertan en el Cuerpo y la Sangre del
Señor."
1412. "Los signos esenciales del sacramento eucarístico son pan de trigo y vino de vid,
sobre los cuales es invocada la bendición del Espíritu Santo y el presbítero pronuncia las
palabras de la consagración dichas por Jesús en la última Cena: 'Esto es mi Cuerpo entregado
por vosotros... Este es el cáliz de mi Sangre... '"
1413. "Por la consagración se realiza la transubstanciación del pan y del vino en el Cuerpo
y la Sangre de Cristo. Bajo las especies consagradas del pan y del vino, Cristo mismo, vivo
y glorioso, está presente de manera verdadera, real y substancial, con su Cuerpo, su Sangre,
su alma y su divinidad."
1414. "En cuanto sacrificio, la Eucaristía es ofrecida también en reparación de los pecados
de los vivos y los difuntos, y para obtener de Dios beneficios espirituales o
temporales."
1415. "El que quiere recibir a Cristo en la Comunión eucarística debe hallarse en estado de
gracia. Si uno tiene conciencia de haber pecado mortalmente no debe acercarse a la
Eucaristía sin haber recibido previamente la absolución en el sacramento de la
Penitencia."
1416. "La sagrada comunión del Cuerpo y de la Sangre de Cristo acrecienta la unión del
comulgante con el Señor, le perdona los pecados veniales y lo preserva de pecados graves.
Puesto que los lazos de caridad entre el comulgante y Cristo son reforzados, la recepción de
este sacramento fortalece la unidad de la Iglesia, Cuerpo místico de Cristo."
1417. "La Iglesia recomienda vivamente a los fieles que reciban la sagrada comunión cada vez
que participan en la celebración de la Eucaristía; y les impone la obligación de hacerlo al
menos una vez al año."
1418. "Puesto que Cristo mismo está presente en el Sacramento del Altar, es preciso
honrarlo con culto de adoración. 'La visita al Santísimo Sacramento es una prueba de
gratitud, un signo de amor y un deber de adoración hacia Cristo, nuestro Señor'."
1419. "Cristo, que pasó de este mundo al Padre, nos da en la Eucaristía la prenda de la
gloria que tendremos junto a El: la participación en el Santo Sacrificio nos identifica con
su Corazón, sostiene nuestras fuerzas a lo largo del peregrinar de esta vida, nos hace
desear la Vida eterna y nos une ya desde ahora a la Iglesia del cielo, a la Santísima Virgen
María y a todos los santos."
Codigo de Derecho Canonico (Iglesia Catolica Romana)
Título III
De la santísima Eucaristía
897 El sacramento más augusto, en el que se contiene, se ofrece y se recibe al mismo Cristo Nuestro Señor, es la santísima Eucaristía, por la que la Iglesia vive y crece continuamente. El Sacrificio eucarístico, memorial de la muerte y resurrección del Señor, en el cual se perpetúa a lo largo de los siglos el Sacrificio de la cruz, es el culmen y la fuente de todo el culto y de toda la vida cristiana, por el que se significa y realiza la unidad del pueblo
de Dios y se lleva a término la edificación del cuerpo de Cristo. Así pues los demás sacramentos y todas las obras eclesiásticas de apostolado se unen estrechamente a la santísima Eucaristía y a ella se ordenan.
898 Tributen los fieles la máxima veneración a la santísima Eucaristía, tomando parte activa en la celebración del Sacrificio augustísimo, recibiendo este sacramento frecuentemente y con mucha devoción, y dándole culto con suma adoración; los pastores de almas, al exponer la doctrina sobre este sacramento, inculquen diligentemente a los fieles esta obligación.
Capítulo I
De la celebración eucarística
899 § 1. La celebración eucarística es una acción del mismo Cristo y
de la Iglesia, en la cual Cristo Nuestro Señor, substancialmente presente
bajo las especies del pan y del vino, por el ministerio del sacerdote, se
ofrece a sí mismo a Dios Padre, y se da como alimento espiritual a los fieles
unidos a su oblación.
§ 2. En la Asamblea eucarística, presidida por el Obispo, o por
un presbítero bajo su autoridad, que actúan personificando a Cristo, el
pueblo de Dios se reúne en unidad, y todos los fieles que asisten, tanto
clérigos como laicos, concurren tomando parte activa, cada uno según su
modo propio, de acuerdo con la diversidad de órdenes y de funciones
litúrgicas.
§ 3. Ha de disponerse la celebración eucarística de manera que
todos los que participen en ella perciban frutos abundantes, para cuya
obtención Cristo Nuestro Señor instituyó el Sacrificio eucarístico.
Art. 1
Del ministro de la santísima Eucaristía
900 § 1. Sólo el sacerdote válidamente ordenado es ministro capaz
de confeccionar el sacramento de la Eucaristía, actuando en la persona de Cristo.
§ 2. Celebra lícitamente la Eucaristía el sacerdote no impedido por ley canónica, observando las prescripciones de los cánones que siguen.
901 El sacerdote tiene facultad para aplicar la Misa por cualesquiera, tanto vivos como difuntos.
902 Pueden los sacerdotes concelebrar la Eucaristía, a no ser que la utilidad de los fieles requiera o aconseje otra cosa, permaneciendo, sin
embargo, la libertad de cada uno para celebrar individualmente la
Eucaristía, pero no mientras se está concelebrando en la misma iglesia u oratorio.
903 Aunque el rector de la iglesia no le conozca, admítase a celebrar al sacerdote con tal de que presente carta comendaticia de su Ordinario o Superior, dada al menos en el año, o pueda juzgarse prudentemente que nada le impide celebrar.
904 Los sacerdotes, teniendo siempre presente que en el misterio del
Sacrificio eucarístico se realiza continuamente la obra de la redención,
deben celebrarlo frecuentemente; es más, se recomienda encarecidamente la
celebración diaria, la cual, aunque no pueda tenerse con asistencia de fieles,
es una acción de Cristo y de la Iglesia, en cuya realización los sacerdotes
cumplen su principal ministerio.
905 § 1. Exceptuados aquellos casos en que, según el derecho, se
puede celebrar o concelebrar más de una vez la Eucaristía en el mismo día,
no es lícito que el sacerdote celebre más de una vez al día.
§ 2. Si hay escasez de sacerdotes, el Ordinario del lugar puede
conceder que, con causa justa, celebren dos veces al día, e incluso, cuando
lo exige una necesidad pastoral, tres veces los domingos y fiestas de
precepto.
906 Sin causa justa y razonable, no celebre el sacerdote el Sacrificio
eucarístico sin la participación por lo menos de algún fiel.
907 En la celebración eucarística, no se permite a los diáconos ni a los
laicos decir las oraciones, sobre todo la plegaria eucarística, ni realizar
aquellas acciones que son propias del sacerdote celebrante.
908 Está prohibido a los sacerdotes católicos concelebrar la Eucaristía
con sacerdotes o ministros de Iglesias o comunidades eclesiales que no
están en comunión plena con la Iglesia católica.
909 No deje el sacerdote de prepararse debidamente con la oración para celebrar el Sacrificio eucarístico, y dar gracias a Dios al terminar.
910 § 1. Son ministros ordinarios de la sagrada comunión el obispo,
el presbítero y el diácono.
§ 2. Es ministro extraordinario de la sagrada comunión el
acólito, o también otro fiel designado según el c. 230 § 3.
911 § 1. Tienen obligación y derecho a llevar la santísima Eucaristía a los enfermos como Viático, el párroco y los vicarios parroquiales, los capellanes y el Superior de la comunidad en los institutos religiosos o sociedades de vida apostólica clericales respecto a todos los que están en la casa.
§ 2. En caso de necesidad, o con licencia al menos presunta del párroco, capellán o Superior, a quien se debe informar después, debe hacerlo cualquier sacerdote u otro ministro de la sagrada comunión.
Art. 2
De la participación en la santísima Eucaristía
912 Todo bautizado a quien el derecho no se lo prohiba, puede y debe ser admitido a la sagrada comunión.
913 § 1. Para que pueda administrarse la santísima Eucaristía a los
niños, se requiere que tengan suficiente conocimiento y hayan recibido una
preparación cuidadosa, de manera que entiendan el misterio de Cristo en la
medida de su capacidad, y puedan recibir el Cuerpo del Señor con fe y
devoción.
§ 2. Puede, sin embargo, administrarse la santísima Eucaristía a
los niños que se hallen en peligro de muerte, si son capaces de distinguir el
Cuerpo de Cristo del alimento común y de recibir la comunión con
reverencia.
914 Los padres en primer lugar, y quienes hacen sus veces, así como
también el párroco, tienen obligación de procurar que los niños que han
llegado al uso de razón se preparen convenientemente y se nutran cuanto
antes, previa confesión sacramental, con este alimento divino; corresponde
también al párroco vigilar para que no reciban la santísima Eucaristía los
niños que aún no hayan llegado al uso de razón, o a los que no juzgue
suficientemente dispuestos.
915 No deben ser admitidos a la sagrada comunión los excomulgados y los que están en entredicho después de la imposición o declaración de la pena, y los que obstinadamente persistan en un manifiesto pecado grave.
916 Quien tenga conciencia de hallarse en pecado grave, no celebre la
Misa ni comulgue el Cuerpo del Señor sin acudir antes a la confesión
sacramental, a no ser que concurra un motivo grave y no haya oportunidad
de confesarse; y en este caso, tenga presente que está obligado a hacer un
acto de contrición perfecta, que incluye el propósito de confesarse cuanto antes.
917 Quien ya ha recibido la santísima Eucaristía, puede recibirla otra
vez el mismo día solamente dentro de la celebración eucarística en la que
participe, quedando a salvo lo que prescribe el c. 921 § 2.
918 Se aconseja encarecidamente que los fieles reciban la sagrada
comunión dentro de la celebración eucarística; sin embargo, cuando lo
pidan con causa justa se les debe administrar la comunión fuera de la Misa, observando los ritos litúrgicos.
919 § 1. Quien vaya a recibir la santísima Eucaristía, ha de abstenerse de tomar cualquier alimento y bebida al menos desde una hora antes de la sagrada comunión, a excepción sólo del agua y de las medicinas.
§ 2. El sacerdote que celebra la santísima Eucaristía dos o tres
veces el mismo día, puede tomar algo antes de la segunda o tercera Misa,
aunque no medie el tiempo de una hora.
§ 3. Las personas de edad avanzada o enfermas, y asimismo
quienes las cuidan, pueden recibir la santísima Eucaristía aunque hayan
tomado algo en la hora inmediatamente anterior.
920 § 1. Todo fiel, después de la primera comunión, esta obligado a comulgar por lo menos una vez al año.
§ 2. Este precepto debe cumplirse durante el tiempo pascual, a no ser que por causa justa se cumpla en otro tiempo dentro del año.
921 § 1. Se debe administrar el Viático a los fieles que, por cualquier motivo, se hallen en peligro de muerte.
§ 2. Aunque hubieran recibido la sagrada comunión el mismo
día, es muy aconsejable que vuelvan a comulgar quienes lleguen a
encontrarse en peligro de muerte.
§ 3. Mientras dure el peligro de muerte, es aconsejable
administrar la comunión varias veces, en días distintos.
922 No debe retrasarse demasiado el Viático a los enfermos; quienes ejercen la cura de almas han de vigilar diligentemente para que los enfermos lo reciban cuando tienen aún pleno uso de sus facultades.
923 Los fieles pueden participar en el Sacrificio eucarístico y recibir la sagrada comunión en cualquier rito católico, salvo lo prescrito en el c. 844.
Art. 3
De los ritos y ceremonias de la celebración eucarística
924 § 1. El sacrosanto Sacrificio eucarístico se debe ofrecer con pan y vino, al cual se ha de mezclar un poco de agua.
§ 2. El pan ha de ser exclusivamente de trigo y hecho
recientemente, de manera que no haya ningún peligro de corrupción.
§ 3. El vino debe ser natural, del fruto de la vid, y no
corrompido.
925 Adminístrese la sagrada comunión bajo la sola especie del pan o, de
acuerdo con las leyes litúrgicas, bajo las dos especies; en caso de
necesidad, también bajo la sola especie del vino.
926 Según la antigua tradición de la Iglesia latina, el sacerdote, dondequiera que celebre la Misa, debe hacerlo empleando pan ázimo.
927 Está terminantemente prohibido, aun en caso de extrema necesidad,
consagrar una materia sin la otra, o ambas fuera de la celebración
eucarística.
928 La celebración eucarística hágase en lengua latina, o en otra lengua con tal que los textos litúrgicos hayan sido legítimamente aprobados.
929 Al celebrar y administrar la Eucaristía, los sacerdotes y los diáconos deben vestir los ornamentos sagrados prescritos por las rúbricas.
930 § 1. El sacerdote enfermo o anciano, si no es capaz de estar de pie, puede celebrar sentado el Sacrificio eucarístico, observando siempre las leyes litúrgicas, pero no con asistencia de pueblo, a no ser con licencia del Ordinario del lugar.
§2. El sacerdote ciego o que sufre otra enfermedad puede
celebrar el Sacrificio eucarístico con cualquier texto de la Misa de entre los aprobados, y con asistencia, si el caso lo requiere, de otro sacerdote o diácono, o también de un laico convenientemente instruido, que le preste ayuda.
Art. 4
Del tiempo y lugar de la celebración de la Eucaristía
931 La celebración y administración de la Eucaristía puede hacerse todos los días y a cualquier hora, con las excepciones que se establecen en las normas litúrgicas.
932 § 1. La celebración eucarística se ha de hacer en lugar sagrado, a
no ser que, en un caso particular, la necesidad exija otra cosa; en este caso,
la celebración debe realizarse en un lugar digno.
§ 2. Se debe celebrar el Sacrificio eucarístico en un altar
dedicado o bendecido; fuera del lugar sagrado se puede emplear una mesa apropiada, utilizando siempre el mantel y el corporal.
933 Por justa causa, con licencia expresa del Ordinario del lugar y evitando el escándalo, puede un sacerdote celebrar la Eucaristía en el templo de una Iglesia o comunidad eclesial que no estén en comunión plena con la Iglesia católica.
Capítulo II
De la reserva y veneración de la santísima Eucaristía
934 § 1. La santísima Eucaristía:
1 debe estar reservada en la iglesia catedral o
equiparada a ella, en todas las iglesias parroquiales y en la iglesia u
oratorio anejo a la casa de un instituto religioso o sociedad de vida
apostólica;
2 puede reservarse en la capilla del Obispo y, con
licencia del Ordinario del lugar, en otras iglesias, oratorios y
capillas.
§ 2. En los lugares sagrados donde se reserva la santísima
Eucaristía debe haber siempre alguien a su cuidado y, en la medida de lo
posible, celebrará allí la Misa un sacerdote al menos dos veces al mes.
935 A nadie está permitido conservar en su casa la santísima Eucaristía o llevarla consigo en los viajes, a no ser que lo exija una necesidad pastoral, y observando las prescripciones dictadas por el Obispo diocesano.
936 En la casa de un instituto religioso o en otra casa piadosa, se debe
reservar la santísima Eucaristía sólo en la iglesia o en el oratorio principal
anejo a la casa; pero el Ordinario, por causa justa, puede permitir que se
reserve también en otro oratorio de la misma casa.
937 La iglesia en la que está reservada la santísima Eucaristía debe
quedar abierta a los fieles, por lo menos algunas horas al día, a no ser que
obste una razón grave, para que puedan hacer oración ante el santísimo Sacramento.
938 § 1. Habitualmente, la santísima Eucaristía estará reservada en un solo sagrario de la iglesia u oratorio.
§ 2. El sagrario en el que se reserva la santísima Eucaristía ha de estar colocado en una parte de la iglesia u oratorio verdaderamente noble, destacada convenientemente adornada, y apropiada para la oración.
§ 3. El sagrario en el que se reserva habitualmente la santísima Eucaristía debe ser inamovible, hecho de materia sólida no transparente, y cerrado de manera que se evite al máximo el peligro de profanación.
§ 4. Por causa grave, se puede reservar la santísima Eucaristía en otro lugar digno y más seguro, sobre todo durante la noche.
§ 5. Quien cuida de la iglesia u oratorio ha de proveer a que se guarde con la mayor diligencia la llave del sagrario en el que está reservada la santísima Eucaristía.
939 Deben guardarse en un copón o recipiente las Hostias consagradas,
en cantidad que corresponda a las necesidades de los fieles, y renovarse
con frecuencia, consumiendo debidamente las anteriores.
940 Ante el sagrario en el que está reservada la santísima Eucaristía ha
de lucir constantemente una lámpara especial, con la que se indique y honre la presencia de Cristo.
941 § 1. En las iglesias y oratorios en los que esté permitido tener reservada la santísima Eucaristía, se puede hacer la exposición tanto con el copón como con la custodia, cumpliendo las normas prescritas en los libros litúrgicos.
§ 2. Durante la celebración de la Misa, no se tenga exposición del santísimo Sacramento en la misma iglesia u oratorio.
942 Es aconsejable que en esas mismas iglesias y oratorios se haga
todos los años exposición solemne del santísimo Sacramento, que dure un
tiempo adecuado, aunque no sea continuo, de manera que la comunidad
local medite más profundamente sobre el misterio eucarístico y lo adore;
sin embargo, esa exposición se hará sólo si se prevé una concurrencia
proporcionada de fieles, y observando las normas establecidas.
943 Es ministro de la exposición del santísimo Sacramento y de la
bendición eucarística el sacerdote o el diácono; en circunstancias
peculiares, sólo para la exposición y reserva, pero sin bendición, lo son el
acólito, el ministro extraordinario de la sagrada comunión u otro encargado
por el Ordinario del lugar, observando las prescripciones dictadas por el Obispo diocesano.
944 § 1. Como testimonio público de veneración a la santísima
Eucaristía, donde pueda hacerse a juicio del Obispo diocesano, téngase una
procesión por las calles, sobre todo en la solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo.
§ 2. Corresponde al Obispo diocesano dar normas sobre las
procesiones, mediante las cuales se provea a la participación en ellas y a su decoro.
Capítulo III
Del estipendio ofrecido para la celebración de la misa
945 §1. Según el uso aprobado de la Iglesia, todo sacerdote que
celebra o concelebra la Misa puede recibir una ofrenda, para que la aplique
por una determinada intención.
§ 2. Se recomienda encarecidamente a los sacerdotes que
celebren la Misa por las intenciones de los fieles, sobre todo de los
necesitados, aunque no reciban ninguna ofrenda.
946 Los fieles que ofrecen una ofrenda para que se aplique la Misa por
su intención, contribuyen al bien de la Iglesia, y con ella participan de su
solicitud por sustentar a sus ministros y actividades.
947 En materia de ofrendas de Misas, evítese hasta la más pequeña
apariencia de negociación o comercio.
948 Se ha de aplicar una Misa distinta por cada intención para la que ha
sido ofrecida y se ha aceptado una ofrenda, aunque sea pequeña.
949 El que debe celebrar y aplicar la Misa por la intención de quienes
han entregado ofrendas, sigue estando obligado a hacerlo, aunque la
ofrenda recibida hubiera perecido sin culpa suya.
950 Si se ofrece una cantidad de dinero para la aplicación de Misas, sin
indicar cuántas deben celebrarse, su número se determinará atendiendo a la
ofrenda fijada para el lugar en el que reside el oferente, a no ser que deba
presumirse legítimamente que fue otra su intención.
951 § 1. El sacerdote que celebre más de una Misa el mismo día,
puede aplicar cada una de ellas por la intención para la que se ha entregado
la ofrenda; sin embargo, exceptuado el día de Navidad, quédese sólo con la
ofrenda de una Misa, y destine las demás a los fines determinados por el
Ordinario, aunque puede también recibir alguna retribución por un título
extrínseco.
§ 2. El sacerdote que concelebra una segunda Misa el mismo día,
no puede recibir por ella ofrenda bajo ningún título.
952 § 1. Compete al concilio provincial o a la reunión de Obispos de
la provincia fijar por decreto para toda la provincia la ofrenda que debe
ofrecerse por la celebración y aplicación de la Misa, y no le es lícito al
sacerdote pedir una cantidad mayor; sí le es lícito recibir por la aplicación
de una Misa la ofrenda mayor que la fijada, si es espontáneamente ofrecida,
y también una menor.
§ 2. A falta de tal decreto, se observará la costumbre vigente en
la diócesis.
§ 3. Los miembros de cualesquiera institutos religiosos deben
atenerse también al
mismo decreto o costumbre del lugar mencionados en los §§ 1 y 2.
953 A nadie es lícito aceptar tantas ofrendas para celebrar Misas
personalmente, que no pueda satisfacerlas en el plazo de un año.
954 Si en algunas iglesias u oratorios se reciben encargos de Misas por
encima de las que allí pueden decirse, éstas puedan celebrarse en otro
lugar, a no ser que los oferentes hubieran manifestado expresamente su
voluntad contraria.
955 § 1. Quien desee encomendar a otros la celebración de Misas
que se han de aplicar, debe transmitirlas cuanto antes a sacerdotes de su
preferencia con tal que le conste que son dignos de confianza; debe
entregar íntegra la ofrenda recibida, a no ser que le conste con certeza que
lo que excede por encima de lo establecido en la diócesis se le dio en
consideración a su persona; y sigue teniendo la obligación de procurar que
se celebren las Misas, hasta que le conste tanto la aceptación de la
obligación como la recepción de la ofrenda.
§ 2. El tiempo dentro del cual deben celebrarse las Misas
comienza a partir del día en que el sacerdote que las va a celebrar recibió el
encargo, a no ser que conste otra cosa.
§ 3. Quienes transmitan a otros Misas que han de ser celebradas,
anoten sin demora en un libro, tanto las Misas que recibieron, como las que
han encargado a otros, anotando también sus ofrendas.
§ 4. Todo sacerdote debe anotar cuidadosamente los encargos
de Misas recibidos y los ya satisfechos.
956 Todos y cada uno de los administradores de causas pías, o quienes
de cualquier modo están obligados a cuidar de que se celebren Misas, tanto
clérigos como laicos, entregarán a sus Ordinarios las cargas de Misas que
no se hubieran cumplido dentro del año, según el modo que haya sido
determinado por éstos.
957 La obligación y el derecho de vigilar para que se cumplan las cargas
de Misas corresponde al Ordinario local para las iglesias del clero secular; y
a sus Superiores, para las iglesias de institutos religiosos o sociedades de vida apostólica.
958 § 1. El párroco y el rector de una iglesia o de otro lugar piadoso,
donde suelen recibirse ofrendas para la celebración de Misas, han de tener
un libro especial en el que tomarán diligentemente nota del número de
Misas que se han de celebrar, de la intención, de la ofrenda entregada y del
cumplimiento del encargo.
§ 2. El Ordinario tiene obligación de revisar cada año esos libros,
personalmente o por medio de otros.